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El enigma de la vida en la Tierra: el misterio sin resolver que define nuestra existencia

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Una de las experiencias más gratificantes es observar el cielo estrellado durante una noche clara. Cuando nuestros ojos logran captar la inmensidad de la bóveda celeste, abrumada por esa banda luminosa e irregular que marca el plano de nuestra galaxia, comienzan a surgir las preguntas: ¿Estamos solos en el universo? ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? Es muy probable que estas mismas preguntas ya resonaran en el cerebro de los primeros humanos y sigan acompañando a nuestros descendientes en su evolución en este planeta… o quizás en otro.

Reflexionar sobre el posibilidad de que exista vida fuera de la Tierra o analizar nuestras opciones para sobrevivir en otros mundos tiene mucho que ver con preguntarnos cómo podría surgir la vida y cuáles son sus límites.

Las primeras aproximaciones racionales son producido en Greciahace dos milenios y medio. Allí, los filósofos presocráticos formularon una hipótesis conocida como generación espontánea, según el cual los seres vivos simplemente surgieron de la materia no viva. Por ejemplo, los pulgones nacían del rocío que humedece las plantas por la mañana y las moscas emergían de la carne en descomposición.

Hoy sabemos que estas ideas No tenían base científica, pero hasta el siglo XIX no fueron refutadas definitivamente, gracias a algunos experimentos muy esclarecedores llevados a cabo por Luis Pasteur. Este brillante microbiólogo demostró que todo ser vivo proviene de otro ser vivo.. Como resultado, quedó flotando en el aire otra pregunta muy sugerente: ¿cómo surgió la primera?

En 1859, precisamente el mismo año en que Pasteur demostró que la generación espontánea no existe.el gran naturalista Carlos R. Darwin Publicó su famoso libro “El origen de las especies”, en el que afirmaba que la evolución por selección natural es el motor de la vida.

Tierra. Wikipedia

En su último párrafo propuso algo revolucionario para su época: todos los seres vivos podrían derivar “de un número reducido de formas o de una sola”. Darwin volvió a esta idea en su obra La variación de los animales y las plantas bajo domesticación (1868), donde destacó la opinión de que “pocas formas, o una sola, habían sido creadas originalmente, en lugar de innumerables creaciones milagrosas”. ”.

Tres años más tarde, en una carta enviada al botánico Joseph D. Hooker, El padre de la evolución propuso otra gran idea. Adelantado a su tiempo, sugirió que la vida podría haber comenzado en “un pequeño charco de agua tibia que contenía todo tipo de sales de fósforo y amonio, luz, calor, electricidad…, en el que se formaba químicamente un compuesto proteico y estaba listo”. sufrir cambios aún más complejos”.

Con esto le debemos a Darwin los dos enfoques que consideramos entender el origen de la vidaUn tema complejo, ya que no hay evidencia directa de cómo, dónde o cuándo ocurrió. La estrategia que se exploró por primera vez es la propuesta en esa carta de Darwin a Hooker. Se le conoce como del pasado al presente o de abajo hacia arriba, y consta de partiendo de la química que quizás existió en la Tierra primitiva e intentando proponer reacciones que condujeron a la aparición de los seres vivos.

Hoy sabemos que El sistema Tierra-Luna se originó hace unos 4.570 millones de años. (Ma) y que hace unos 4.400 Ma ya se formaron tanto la corteza terrestre como los océanos de agua líquida. Se considera que durante los siguientes 400 Ma nuestro planeta recibió relativamente pocos impactos de meteoritos y núcleos de cometas, por lo que quizás las reacciones químicas que dieron origen a la vida pudieron haber comenzado en esa época temprana.

Esta posibilidad sería favorecida por el descubrimiento reciente, en rocas de 4.100 Ma de antigüedad, de cristales de circonio que contienen diminutos gránulos de grafito en los que la relación entre los isótopos -átomos de un mismo elemento cuyo núcleo contiene diferente número de neutrones- del carbono sustentaría que su origen podría ser biológico. ¿Significa esto que la vida ya existía hace 4.100 Ma? Aún no podemos saberlo, ya que también se conocen sistemas no biológicos que podrían explicar tales datos isotópicos.

Pero hasta hace 3.850 Ma nuestro planeta estuvo sometido a diferentes tiempos de bombardeos masivos por meteoritos y cometasque tal vez esterilizó el superficie terrestre y eliminó formas de vida que eventualmente se originaron anteriormente. Por otro lado, en rocas de unos 3.500 Ma encontradas en Australia y Sudáfrica se han detectado fósiles -aunque para algunos autores se tratarían de formaciones inorgánicas- de tamaño microscópico, cuyas morfologías podrían corresponder a bacterias.

Asimismo, diferentes rocas de similar edad, encontradas en las mismas regiones geográficas, contienen otro tipo de fósiles, los llamados estromatolitos. Se trata de láminas mineralizadas de microorganismos que, en aquella remota época, Formaron comunidades microbianas similares a lo que actualmente llamamos tapetes microbianos.. En ellos diferentes especies interactúan entre sí y establecen relaciones ecológicas.

Por tanto, la química de la vida pudo dar sus primeros pasos hace 4.400 Ma, cuando ya existían los dos ingredientes que consideramos esenciales: agua en estado líquido y moléculas simples compuestas de carbono. Además, aunque hace 3.850 Ma nuestro planeta no estaba lo suficientemente tranquilo como para que la vida progresara en él, La evidencia fósil muestra que 350 Ma después ya habían surgido y diversificado organismos vivos.

En la década de 1920, sin conocer aún estos marcos temporales, los primeros en proponer modelos de cómo podría La vida surge de la química existente en la Tierra. Se trataba del bioquímico ruso Alexander I. Oparin y del biólogo evolutivo británico John BS Haldane.

Su legado fue recogido por el químico estadounidense Stanley L. Miller, quien, bajo la supervisión de su profesor, Harold C. Urey, llevó a cabo un famoso experimento en 1953: Mezcló en un matraz cerrado y esterilizado los gases considerados entonces como constituyentes de la atmósfera primordial. –metano, amoníaco, hidrógeno y vapor de agua– y los sometieron a descargas eléctricas para simular los aportes energéticos de las tormentas y el vulcanismo.

Al cabo de unos días, la reacción había formado aminoácidos como los que forman las proteínas, junto con otras moléculas orgánicas propias de los seres vivos. Con esto quedó demostrado que los primeros pasos hacia la vida sólo requerían la existencia de moléculas simples y una fuente de energía para que reaccionen.

A lo largo de las últimas décadas se ha debatido si la atmósfera de la Tierra primitiva realmente contenía estos gases o si, por el contrario, incluía otros compuestos como el monóxido de carbono o el dióxido de carbono. En este segundo caso, Los ladrillos moleculares esenciales para la vida no se habrían formado eficientemente aquí: su origen sería extraterrestre.. Habrían llegado a nuestro mundo dentro de meteoritos y núcleos de cometas. Además de sus resultados concretos, el trabajo de Miller fue fundamental porque inauguró un nuevo campo científico: la química prebiótica experimental.

El segundo investigador clave en esta área fue El bioquímico español Joan Oró.quien en 1961 demostró que la cianuro de hidrógenoun gas toxico para nosotros– podrían combinarse entre sí para formar adenina, una parte clave de los nucleótidos o letras que forman nuestros ácidos nucleicos, es decir, ADN y ARN.

Entonces, gracias a la pioneros de la química prebiótica y a todos los científicos que desde entonces trabajan en estos temas, se ha podido plantear muchas reacciones con las que se originan las biomoléculas más simples –aminoácidos, nucleótidos, azúcares o lípidos simples–, y también los biopolímeros formados por ellos, como proteínas y ácidos nucleicos. Sin embargo, desde la síntesis de estos componentes moleculares hasta la formación del primer organismo completamente viable, hubo que recorrer un largo camino, inaccesible para la química prebiótica.

Si analizamos las principales características de los sistemas vivos conocidos, veremos que todos son similares desde el punto de vista molecular y se caracterizan por combinar dos propiedades principales. En primer lugar, Pueden reproducirse o autorreplicarse y generar descendencia.. Gracias a ello se transmite información genética, pero el proceso de copia es siempre imperfecto y suele introducir cambios o mutaciones.


Fuente Informativa

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