Nueva York es el primer estado del país que obligará a las aseguradoras privadas a cubrir las pruebas diagnósticas de dislexia y TDAH
Nueva York se ha convertido en el primer estado de Estados Unidos. al aprobar una ley que exige que las aseguradoras privadas cubran el costo de las pruebas de diagnóstico clave para dislexia y otros trastornos del aprendizaje, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, firmó esta legislación histórica el miércoles, lo que marca un paso crucial hacia el acceso equitativo a diagnósticos tempranos y eficaces.
La medida busca abordar un problema profundamente arraigado en el sistema educativo de Nueva York: la falta de comprensión y apoyo adecuado para estudiantes con dislexia. Según estimaciones, entre el 10 y el 20% de los estudiantes de la ciudad podrían ser disléxicos, una cifra descrita como “desalentadora” por el senador estatal Brad Hoylman-Sigal, quien patrocinó el proyecto de ley.
Costes prohibitivos y diagnósticos tardíos
Las pruebas de diagnóstico, conocidas como exámenes neuropsicológicos, pueden costar hasta 10.000 dólares. una cantidad que ha dejado a muchas familias sin acceso a estos servicios esenciales. En ausencia de un diagnóstico, los niños a menudo enfrentan años de frustración y retraso académico. Hoylman-Sigal señaló que “la mayoría de los padres no tienen los recursos para pagar estas pruebas”, lo que perpetúa un ciclo de desigualdad.
Un diagnóstico temprano puede transformar la vida de un niño. Tal fue el caso de Grace Gastel, una estudiante de secundaria en Manhattan a la que le diagnosticaron dislexia a los 7 años. La prueba, que costó 5.000 dólares, reveló el motivo de sus dificultades en la escuela y permitió a sus padres buscar el apoyo adecuado. “Antes del diagnóstico, no entendía por qué me resultaba tan difícil leer”, dijo Grace. “Cambiar mi enfoque en clase marcó la diferencia”.
Impacto en familias y estudiantes
Dinorah DellaCamera, una madre de Long Island, también se benefició del diagnóstico de su hijo Matthew, que ahora tiene 13 años. Cuando estaba en primer grado, los maestros atribuyeron sus dificultades a su personalidad activa, descartando la posibilidad de dislexia. “Incluso me dijeron que él nunca leería al nivel de su grado”, dijo. Sin embargo, tras recibir el diagnóstico, Mateo pudo acceder a tutorías intensivas y hoy se encuentra en clases aceleradas.
Matthew recordó haberse sentido “estúpido” en el jardín de infantes cuando sus compañeros progresaban en lectura mientras él luchaba por mantener el ritmo. “Siempre quise ser como mis amigos”, compartió. “Pero ahora estoy agradecido por el trabajo extra que hice porque me llevó a donde estoy hoy”.
La importancia del diagnóstico precoz
Según la Dra. Sally Shaywitz, profesora de neurología pediátrica de la Universidad de Yale, La dislexia es común pero con frecuencia se malinterpreta o se ignora. Esto tiene un impacto directo en la autoestima de los estudiantes. “Los niños con dislexia son extremadamente inteligentes, pero empiezan a pensar que no lo son cuando no saben leer”, explicó.
Los expertos recomiendan que los diagnósticos se realicen entre jardín de infantes y primer grado maximizar los beneficios de las intervenciones tempranas. Sin embargo, muchos niños no reciben el diagnóstico hasta mucho más tarde. En palabras del Dr. Shaywitz: “El diagnóstico temprano no sólo mejora la educación, sino que preserva la confianza y la autoestima del niño”.
Figuras públicas como el gobernador Gavin Newsom de California y el alcalde de Nueva York, Eric Adams, han ayudado a reducir el estigma en torno a la dislexia al compartir sus propias experiencias. En Nueva York, el asambleísta Robert C. Carroll, que también es disléxico, patrocinó el proyecto de ley en la Asamblea estatal. “Es injusto que, 30 años después de mi propio diagnóstico, todavía haya niños sin acceso a estas pruebas porque no pueden pagarlas”, dijo Carroll.
Qué sigue: detección temprana
El siguiente paso clave, según Hoylman-Sigal, es implementar programas de detección masiva en las escuelas. Estas pruebas preliminares, que cuestan menos de 2 dólares por estudiante y duran sólo 30 minutos, pueden alertar a los padres sobre posibles dificultades antes de que los síntomas empeoren. Sin embargo, ni el estado ni la ciudad han hecho que estas pruebas estén ampliamente disponibles.
Helen Roussel, madre de dos niños disléxicos y miembro del Grupo de Trabajo sobre Dislexia y Disgrafía del estado, calificó la nueva ley como “un paso pequeño pero importante”. “Significa que más niños tendrán acceso a evaluaciones y podrán entender lo que está pasando”, dijo. Su hija Olivia, diagnosticada a los 8 años, recordó cómo la falta de un diagnóstico inicial la hacía sentir avergonzada y le provocaba portarse mal en clase.
Con la nueva ley, miles de familias podrán acceder a diagnósticos que antes estaban fuera de su alcance económico. Esto no sólo promete reducir el rezago académico, sino también transformar la forma en que el sistema educativo aborda los trastornos del aprendizaje. Para Grace Gastel, este cambio es esperanzador: “Ahora amo la escuela. Saber que soy diferente y que tengo apoyo me ha ayudado a mejorar”.
La aprobación de esta ley posiciona a Nueva York como líder en la lucha por la equidad educativa, sentando un precedente que otros estados podrían seguir en un futuro próximo.
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