Mientras esperaba su turno para una consulta, Jenny miró alrededor de la sala llena de pacientes. Allí lo que más la impactó fue un momento en que la tía Mercedes, a pesar de su enfermedad y su evidente cansancio, le sonrió y le dijo: “Doy gracias a Dios por poder estar aquí un día más”. Esa frase resonó en Jenny de una manera que nunca antes había experimentado.
En el metro, cuando regresaba a casa, no dejaba de pensar en las palabras de su tía Mercedes y en la fortaleza de los demás pacientes que había atendido. Jenny empezó a reflexionar sobre su propia vida. Pensó en su salud, en el apoyo de su familia y en las pequeñas alegrías de la vida cotidiana. Se sintió un poco avergonzada al darse cuenta de cuánto tiempo había pasado concentrándose en las cosas que faltaban o que iban mal.
Inspirada por el ejemplo de su tía, decidió hacer un cambio. Esa noche tomó una libreta y anotó tres cosas por las que estaba agradecida, y empezó a hacerlo todos los días antes de acostarse. Desde entonces, tuvo un cambio tan positivo en su vida que se convirtió en una defensora de la gratitud y no deja de predicar sus beneficios a cualquiera que la escuche.
Y tú, ¿estás agradecido cada día? A continuación te dejamos un carrusel donde te contamos algunos de los beneficios de la gratitud:
Desliza, disfruta y, sobre todo, ¡GRACIAS por leer hasta el final!
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