El concepto popular de “dieta paleo”, centrada en el consumo de carne como base de la nutrición humana en el pasado, domina el imaginario colectivo desde hace años. Sin embargo, Un descubrimiento reciente en el sitio de Gesher Benot Ya’aqov, ubicado en el actual Israel, ha reescrito las páginas de la historia de la alimentación. Según un estudio publicado en Actas de la Academia Nacional de Ciencias, Los primeros humanos que vivieron hace 780.000 años no sólo dependían de la caza, sino que basaban su dieta en una variedad de plantas ricas en carbohidratos.. Este descubrimiento representa un hito en la comprensión de cómo nuestros antepasados se adaptaron a su entorno y desarrollaron habilidades cognitivas esenciales.
En el sitio de Gesher Benot Ya’aqovjunto a las orillas de un antiguo lago hoy desaparecido, se han recuperado herramientas basalto con restos microscópicos de almidón incrustados en su superficie. Estas herramientas, que incluyen mazas y yunques, se utilizaron para procesar alimentos vegetales como bellotas, cereales, legumbres y plantas acuáticas. Gracias a técnicas avanzadas de análisis microscópico, los investigadores han identificado claramente partículas de almidón, así como otros restos como polen, pelos de roedores y plumas, lo que confirma la autenticidad de los hallazgos.
El procesamiento de alimentos vegetales indica un conocimiento detallado del medio ambiente. y una sofisticación técnica que hasta ahora no estaba asociada a comunidades humanas tan antiguas. Estas plantas, ricas en carbohidratos, habrían sido esenciales para cubrir las demandas energéticas de un cerebro en expansión, sentando las bases de la evolución cognitiva de la especie.
Hasta hace poco, la narrativa dominante en arqueología enfatizaba la carne como el principal motor evolutivo de los animales. primeros homínidos. Sin embargo, este descubrimiento revela que las plantas también desempeñaron un papel crucial. Los carbohidratos de tubérculos, nueces y raíces no sólo proporcionaban energía inmediata, sino que también eran relativamente fáciles de almacenar y procesar.lo que habría permitido a estas comunidades gestionar sus recursos alimentarios de forma más eficiente.
Este cambio de perspectiva cuestiona interpretaciones previas sobre los yacimientos arqueológicos, donde los huesos de animales suelen estar mejor conservados que los restos de plantas, que son más susceptibles a degradarse con el tiempo. Las herramientas con residuos de almidón demuestran que las plantas no sólo se consumían, sino que su preparación implicaba técnicas complejas como pelar, triturar y tostar.
Además de su valor nutricional, la dieta de estos homínidos refleja aspectos sociales y culturales de sus comunidades. El recogida de alimentosespecialmente plantas y semillas acuáticas, habría requerido un conocimiento detallado de los ciclos estacionales, así como una importante coordinación del grupo. Es posible que estos grupos se hayan organizado en torno a tareas compartidas, desde reunirse hasta preparar y comer alimentos.
El uso de herramientas específicas para procesar alimentos sugiere una transmisión de conocimiento entre generaciones, una clara indicación de cooperación y aprendizaje social. Este hallazgo apunta también a una gestión consciente del medio ambiente, con capacidad de aprovechar los recursos tanto terrestres como acuáticos, adaptándose eficazmente a los diferentes ecosistemas.
La diversidad de alimentos que se encuentran en Gesher Benot Ya’aqov no sólo subraya la riqueza del ecosistema, sino también la capacidad de nuestra ancestros para explotar una amplia variedad de recursos. Las bellotas, por ejemplo, habrían sido un alimento básico, pero su consumo requiere un procesamiento previo para eliminar compuestos tóxicos. Esto indica un nivel de sofisticación técnica y cognitiva que va más allá de la mera supervivencia.
Por otro lado, las plantas acuáticas, como el nenúfar amarillo y las castañas de agua, demuestran que estas comunidades ingresaron al medio acuático para obtener recursos. Esta capacidad de diversificar la dieta habría proporcionado ventajas cruciales ante los eventos climáticos y las fluctuaciones en la disponibilidad de alimentos, asegurando una dieta equilibrada y sostenible.
El descubrimiento en Gesher Benot Ya’aqov marca un punto de inflexión en la comprensión de los hábitos alimentarios de los primeros humanos. Más allá de cuestionar mitos populares como el de la dieta “paleo”, estos hallazgos abren nuevas líneas de investigación sobre cómo la dieta influyó en el cerebro y el desarrollo social de la humanidad.
Además, plantea preguntas fascinantes sobre cómo se transmitió y evolucionó este conocimiento a lo largo del tiempo, influyendo en el comportamiento de los homínidos y el desarrollo de tecnologías más avanzadas. En definitiva, este estudio nos recuerda que la supervivencia humana siempre ha estado ligada a la capacidad de adaptación, innovación y cooperación, elementos que siguen siendo esenciales en nuestra especie.
Referencias:
Fuente Informativa