Los agujeros negros A menudo parecen inalcanzables para nuestro entendimiento. Pero un estudio reciente ha demostrado que, con las herramientas adecuadas, podemos iluminar lo que se esconde en las profundidades del universo. Usando telescopios Con tecnología de punta e ingeniosos análisis de datos, los científicos han descubierto cientos de agujeros negros escondidos detrás de nubes de polvo y gas, y estiman que podrían existir. miles de millones más de lo que pensábamos.
Este hallazgo, publicado en El diario astrofísico en diciembre de 2024, revolucionará nuestra comprensión de los agujeros negros supermasivos y su relación con las galaxias. Según Peter Boorman, coautor del estudio, “Estoy sorprendido de lo útiles que fueron instrumentos como IRAS y NuSTAR para este proyecto, especialmente considerando que IRAS estuvo operativo hace más de 40 años”.
Los agujeros negros son los objetos más oscuros del universo y encontrarlos no es tarea fácil. Aunque algunos pueden detectarse porque generan un halo brillante al devorar materia, no todos son tan visibles. Muchos están ocultos detrás de densas nubes de gas y polvo que bloquean la luz que podemos observar desde la Tierra. Además, su detección depende del ángulo desde el que se observa.
Este nuevo estudio revela que Al menos el 35% de los agujeros negros supermasivos están oscurecidosun salto significativo respecto del 15% estimado anteriormente. Los autores del artículo sugieren incluso que la cifra real podría llegar al 50%. Esto cambia por completo la forma en que calculamos la población total de agujeros negros en el universo y la influencia que tienen en su entorno.
Para detectar estos agujeros negros ocultos, los investigadores combinaron datos del satélite infrarrojo IRAS, operativo durante 1983, y el telescopio NuSTAR, especializado en rayos X de alta energía. Este enfoque permitió a los astrónomos localizar fuentes de luz en el rango infrarrojo que podrían estar asociadas con agujeros negros ocultos.
Primero, identificaron cientos de candidatos potenciales. en las bases de datos del IRAS. Luego utilizaron telescopios ópticos y NuSTAR para confirmar cuáles eran en realidad agujeros negros y cuáles galaxias con formación de estrellas. Este método logró diferenciar entre fenómenos astrofísicos similares, mostrando el poder de combinar tecnologías antiguas y modernas.
Según Poshak Gandhi, coautor del artículo, estas herramientas también podrían aplicarse para estudiar el papel de los agujeros negros en galaxias como la nuestra. “Si no tuviéramos un agujero negro supermasivo en nuestra Vía Láctea, podría haber muchas más estrellas en el cielo”, comentó Gandhi.
Los agujeros negros no son sólo objetos exóticos: también son Desempeñan un papel crucial en la evolución de las galaxias.. Al estar ubicadas generalmente en el centro de estas, afectan el crecimiento y distribución de las estrellas. En algunos casos, la gravedad del agujero negro atrae y consume gas que podría formar estrellas, limitando así el tamaño y la densidad de la galaxia.
Los datos recopilados por el equipo podrían ayudar a responder preguntas clave sobre cómo estos objetos masivos interactúan con su entorno. Por ejemplo, ¿Cómo afectan los agujeros negros supermasivos al polvo y al gas que los rodean? Y ¿Qué tan comunes son realmente en el universo? Este último punto es especialmente relevante porque las observaciones anteriores sólo han arañado la superficie de lo que podría ser una población inmensa y en gran medida oculta.
El uso de tecnologías combinadas representa un cambio de paradigma en la astronomía. Si bien el IRAS fue el primer satélite capaz de observar en el rango infrarrojo, NuSTAR ofrece la precisión necesaria para confirmar hallazgos anteriores y detectar emisiones de rayos X de material caliente cerca de agujeros negros. Esta sinergia podría inspirar futuras misiones espaciales para estudiar galaxias en regiones más distantes y oscuras del universo.
Además, las técnicas utilizadas en este estudio son aplicables a nuestra propia galaxia. El Sagitario Un agujero negroUbicado en el centro de la Vía Láctea, es un ejemplo cercano de cómo estas herramientas podrían ayudarnos a comprender mejor los procesos internos de nuestra galaxia.
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