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🔴| La desconocida científica que revolucionó la geología: le prohibieron embarcar y desde su oficina descubrió la dorsal oceánica del Atlántico

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En los albores del siglo XX, los océanos aún eran un misterio sin resolver, un vasto territorio inexplorado que ocultaba secretos bajo su superficie. Sin embargo, fue una mujer valiente y visionaria quien desafió las olas para revelar los misterios ocultos en las profundidades del océano. Marie Tharp, geóloga de corazón y cartógrafa oceanográfica, allanó el camino para cambiar nuestra comprensión del mundo que yace bajo las aguas.

De la literatura a la geología

Nacida en Michigan en 1920, Tharp soñaba con sumergirse en el mundo de la literatura. Sin embargo, las barreras de género de la época le cerraron las puertas a sus aspiraciones. Lejos de rendirse, buscó su camino en otro campo y encontró su verdadera vocación en la geología, justo cuando la Segunda Guerra Mundial permitió a muchas mujeres ocupar espacios antes dominados por hombres.

Su formación comenzó en la Universidad de Michigan, donde se graduó en Geología en 1944, desafiando las expectativas de una sociedad que veía con asombro a las mujeres que se aventuraban en campos científicos. Tras un breve paso por la industria petrolera, su destino cambió al ingresar en el Laboratorio Geológico Lamont de Nueva York. Allí, su vida se cruzó con la del geólogo Bruce C. Heezen.

Marie Tharp

La gran revelación bajo el Atlántico

Tharp y Heezen formaron un dúo excepcional en la cartografía del suelo oceánico. Sin embargo, en aquella época las mujeres tenían prohibido embarcarse en expediciones oceanográficas. Mientras Heezen recopilaba datos en alta mar, Tharp analizaba y trazaba meticulosamente mapas desde su oficina.

Fue en 1953 cuando realizó un descubrimiento que cambiaría la geología para siempre: una grieta en el fondo del Atlántico, un rift que demostraba la existencia de la dorsal oceánica. Este hallazgo respaldaba la entonces controvertida teoría de la deriva continental de Alfred Wegener y se convertiría en la prueba clave para el desarrollo de la tectónica de placas.

Mapa manuscrito creado por Tharp y Heezen que representa los primeros avances en la comprensión del fondo oceánico. Fuente: Library of Congress

Un descubrimiento que tardó en aceptarse

A pesar de la importancia de su hallazgo, su teoría no fue bien recibida al principio. En una época en la que las mujeres eran vistas con escepticismo en la ciencia, incluso su colega Heezen tardó un año en aceptar la evidencia. Sin embargo, los datos eran irrefutables: aquella grieta colosal demostraba que el fondo marino no era estático, sino un paisaje dinámico en constante transformación.

Además, debido a la Guerra Fría, el gobierno de Estados Unidos prohibía la publicación de mapas detallados del lecho marino. Para sortear este obstáculo, Tharp y Heezen idearon un enfoque innovador: dibujaron mapas con un estilo más realista, publicando en 1957 el primer mapa fisiográfico del Atlántico Norte.

Globo batimétrico producido por Marie Tharp y Bruce Heezen. Fuente: Wikipedia

El legado de una pionera

El trabajo de Marie Tharp no se detuvo ahí. Aunque su nombre no apareció en los primeros informes sobre tectónica de placas, su dedicación fue clave para cartografiar otras regiones, como el Atlántico Sur y el Índico. Junto con el artista Heinrich Berann, dio vida a sus mapas con un código de colores que revelaba el relieve submarino en todo su esplendor: montañas, valles y llanuras ocultas bajo las aguas.

Incluso después de la muerte de Heezen en 1977, Tharp continuó su labor. Ese mismo año, publicó el primer mapa mundial del fondo oceánico, un hito en la historia de la geografía submarina.

A pesar de su inmenso impacto, el reconocimiento llegó tarde. En 1997, la Biblioteca del Congreso la incluyó entre las cuatro grandes cartógrafas del siglo XX. En 2009, Google Earth honró su trabajo con una capa histórica que permitía explorar su mapa oceánico. Su legado sigue vivo, y en 2022, Google le dedicó un Doodle, destacando su contribución a la ciencia.

Marie Tharp falleció el 23 de agosto de 2006, a los 86 años, debido a un cáncer. En 2015, la Unión Astronómica Internacional honró su memoria al dar su nombre al cráter Tharp en la Luna.

Su historia es un testimonio de perseverancia, ingenio y pasión científica, que permitió desentrañar los secretos del océano y cambiar nuestra visión del planeta para siempre.

Fuente : MuyInteresante.com<

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