María Isabel Castillo presentó este sábado sus cartas credenciales al presidente Donald Trump, oficializando su designación como embajadora de la República Dominicana ante los Estados Unidos, en una ceremonia que marca un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales entre ambos países.
“Asumo esta responsabilidad con orgullo, compromiso y una profunda gratitud hacia mi país”, expresó la diplomática, dejando claro que su misión está guiada por un propósito firme: fortalecer los vínculos históricos que han unido a la nación caribeña con el gigante del norte.
Acompañada por el secretario de Estado, Marco Rubio, y la jefa de protocolo, Mónica Crowley, Castillo reafirmó su intención de ser una embajadora cercana a la diáspora dominicana y una voz activa en la promoción del comercio y la inversión.
“Estar cerca de nuestra comunidad dominicana residente en Estados Unidos” es uno de sus pilares, así como facilitar el acceso de productos dominicanos al mercado estadounidense y generar nuevas oportunidades para los inversionistas.
Desde sus inicios en 1998 como abogada internacional hasta su consolidación como figura clave del servicio exterior dominicano, Castillo ha labrado un camino sostenido por la experiencia, el servicio y la convicción.

Ha trabajado en prestigiosas firmas legales como Castillo y Castillo en Santo Domingo, Ladas & Parry en Nueva York y González Calvillo en Ciudad de México, antes de dar el salto a la diplomacia en 2002.
Su paso por la Embajada Dominicana en México fue decisivo. No solo fortaleció relaciones bilaterales, sino que lideró la creación de la Cámara Binacional de Negocios y Servicios México–República Dominicana, organización que preside honoríficamente y que impulsó nuevas plataformas para el comercio y la cooperación.
Este legado le abrió las puertas, en 2020, para convertirse en Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria ante los Estados Unidos Mexicanos.
Reconocida por instituciones como la alcaldía Miguel Hidalgo y la revista El Dinero, Castillo ha defendido causas de desarrollo social y derechos humanos, combinando su vocación diplomática con un enfoque humano e inclusivo. Habla español, inglés y francés, herramienta invaluable en su nueva posición dentro de un entorno global cada vez más interconectado.
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