Para familias neoyorquinas que tienen a alguien detenido en la cárcel de Rikers Island, donde la amplia mayoría de internos son latinos y negros, visitar a un recluso es todo un dolor de cabeza, donde más allá de la difícil situación que deben experimentar, sufren largas esperas, problemas de comunicación y faltas de información precisa. En ocasiones incluso la denegación de la visita.
Así lo corrobora un informe presentado por el Concejo Municipal, titulado “Aún esperando”, en el que se detallan los obstáculos que deben enfrentar de manera cotidiana los neoyorquinos cada vez que acuden al penal a visitar a un ser querido detenido.
El reporte, resultado de una larga investigación, muestra además que junto a las largas horas que implica poder realizar una visita en Rikers, además las interacciones con el personal del Departamento de Correccionales (DOC) resultan poco útiles. e incluso se resalta que hay aparentes incumplimientos de las normas que rigen el proceso de visitas, incluyendo las establecidas por los Estándares Mínimos de la Junta de Correcciones (BOC) y la propia Directiva de Procedimientos de Visita del DOC.
“Tras un largo viaje a Rikers Island, los neoyorquinos que visitan a sus seres queridos a menudo se enfrentan a obstáculos y barreras que frustran sus experiencias”, comentó la presidenta saliente del Concejo Municipal, Adrienne Adams.
“Visitar a alguien en Rikers puede ser un proceso emocional, y el Departamento de Correccionales debe tomar medidas para garantizar su mejora”, agregó la líder política. “Las reformas a este proceso son fundamentales, y las dificultades descritas en esta investigación no hacen más que enfatizar la necesidad de que la próxima administración de la alcaldía actúe con urgencia en la transición a un sistema municipal que las incorpore”.
El estudio, en el que la División de Supervisión e Investigaciones del Concejo Municipal revisó audiencias previas, se reunió con organizaciones familiarizadas con las visitas a Rikers, entrevistó a personas que habían visitado recientemente el sistema penitenciario y visitó a una persona detenida en la isla.
“Visitar Rikers Island puede tomar varias horas, sin incluir el traslado a la isla. En entrevistas, los visitantes compartieron que les había llevado más de cinco horas para una visita de una hora. Un investigador del Concejo que realizó un viaje reciente llegó a las 12:30 p.m. y se fue aproximadamente a las 7:00 p.m. Según un estudio interno del DOC, los visitantes pasan un promedio de cuatro horas y media en la isla para una visita”, mencionó el informe.
“Los visitantes pueden esperar largos períodos fuera del Centro de Visitas Benjamin Ward sin asientos disponibles ni información proactiva sobre el acceso a baños o bebederos. Los entrevistados compartieron experiencias de espera fuera del Centro de Visitas durante más de una hora, y un investigador del Concejo esperó una hora y 15 minutos (incluyendo 45 minutos después del inicio del horario de visitas)”, enfatizó.
La concejal Gale Brewer, presidenta del Comité de Supervisión e Investigaciones, advirtió que la Ciudad tiene la responsabilidad de garantizar que esas visitas sean seguras, respetuosas y accesibles e instó al Departamento de Correccionales a actuar ante los hallazgos del informe.
“Esta investigación deja claro lo que las familias han estado diciendo durante años: visitar a un ser querido en Rikers es una experiencia agotadora, confusa y, a menudo, deshumanizante. Este informe subraya la necesidad de un proceso de visitas más consistente, humano y eficiente”, comentó la política de Manhattan. “Por ejemplo, supimos de visitantes que esperaron más de una hora afuera sin acceso a asientos, baños ni agua potable, condiciones que no cumplen con los estándares que las familias deberían esperar”.
El informe pide al Departamento de Correccionales que acelere la evaluación del proceso de visitas, publique sus conclusiones y tome medidas inmediatas para implementar mejoras. Además, que implementar un sistema de programación en línea lo antes posible.
Asimismo, que agregue bancos y señalización clara que dirija a los visitantes a los baños más cercanos a la sala de espera exterior, de conformidad con las Normas Mínimas de la Junta de Correccionales y que se evalúe la capacitación de los funcionarios penitenciarios que trabajan con visitantes y se evalúe las funciones que pueden desempeñar los empleados o voluntarios no uniformados en las visitas.
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