domingo, noviembre 24, 2024

Un “Café Colmado” puertorriqueño que apuesta al junte latinoamericano en Loisaida, Nueva York

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Nueva York – Manolo López cuenta que sus primeros recuerdos de un colmado se remontan a cuando era niño y visitaba junto a su padre “La Cocorita”, en su pueblo natal de Aguada, al oeste de Puerto Rico.

Mi bisabuelo, Pancho (Francisco) Varela, tenía un colmado que se llamaba ‘La Cocorita’…era justo al lado de la casa de mi abuela. El colmado era como una casita. Y papi nos decía que él era el favorito de nuestro bisabuelo, y que él se la pasaba allí. Siempre eran esos cuentos”, relata el emprendedor.

Lo antiguo se fusiona con lo moderno en Café Colmado. Foto: cortesía / Alejandro Ramos

Sin embargo, ese no era el único negocio de este tipo que recuerda. Durante su niñez, López acudió a varios de estos espacios en el pueblo, donde se vendía de todo, desde alimentos hasta lotería. A veces se fiaba, y un pedazo de papel era suficiente para “hacer la cuenta“.  

Los niños eran asiduos de los colmados, porque también se vendían diversidad de dulces o golosinas por algunos centavos.

Pero más allá de lo que se vendía, lo que más le llamaba la atención al boricua de estos negocios era lo que se compartía.

En los colmados de Puerto Rico se compartía

Como ocurre en muchas bodegas en NY, en los intercambios en los colmados de Puerto Rico solía haber una conservación de por medio. Esa parte de la interacción parecía ser la que más valor añadía.

Lo interesante era que siempre había gente allí. Era como un sitio de encuentro. Obviamente, yo me topo con lo que fue la última parte de lo que fueron los colmados y empezaron a llegar las corporaciones grandes como Walmart, Costco, Sam’s”, cuenta López en entrevista con El Diario.

Debido a lo anterior y a la imposibilidad de competir por sus métodos anticuados y poco ajustados a los cambios tecnológicos, estas pequeñas tiendas o mercados con productos variados pero limitados fueron desapareciendo.

López se ha propuesto retomar desde Café Colmado, ubicado en el 286 de Broome St, en el vecindario Loisaida, el concepto base de estas estructuras tradicionales de la isla con la apuesta de alcanzar a comunidades tanto latinas como de otros orígenes.

Café Colmado, una apuesta latinoamericana

Loisaida, que por varias décadas del siglo pasado fue bastión de la comunidad puertorriqueña en el Bajo Manhattan, se ha transformado por el impacto de la gentrificación. La presencia de otras comunidades también se ha ido fundiendo con las maneras y valores de la diversa comunidad asiática, muchas de las que llevan años enclavadas en la zona.

Ese crisol cultural es lo que López quiere juntar en el negocio, pero esencialmente con el toque boricua y latinoamericano.

“Una de las cosas que nosotros hicimos fue que, cuando caminas por al frente de Colmado, vas a ver un rótulo que dice ‘coffee’ en chino, para que ellos sepan que también son bienvenidos, y muchos de ellos vienen. No están acostumbrados a ese tipo de negocio, porque muchas de estas personas compran un café de bodega o que se hacen ellos en la casa y se llevan su termo. Estamos hablando de un segmento de gente que lleva muchos años ahí y que están experimentando cambios en sus vecindarios. Nosotros tratamos de atraerlos, ‘mira, ven, entra; te regalamos un café’”, narra.

Cuando uno entra al negocio de 2,400 pies cuadrados, que fue inaugurado hace aproximadamente una semana, el presente se enlaza con el pasado.

Los mensajes en la barra de Café Colmado. Foto: cortesía / Alejandro Ramos

Losas de Santurce, en la zona metro de Puerto Rico; un mueble de $75 dólares con diseños de flores como el que preferían las abuelas en P.R.; y butacas tapizadas con plástico transparente se mezclan con una máquina moderna de expreso Victoria Arduino rosa y roja. Espejos de fondo en la barra de café con mensajes que han trascendido las décadas capturan la atención del visitante.

No se fía hoy; mañana sí”, lee uno de ellos.

Un empleado de Café Colmado. Foto: cortesía / Alejandro Ramos

Todas las cosas que tú ves allí, modernas, ‘vintages’, son hechas para eso, para evocar una emoción; que cuando tú entres, te sientas que estás entrando a la sala  de tu abuela, pero estás entrando a un ‘coffee shop’ que puede competir con Blue Bottle, La Cabra…”, describe López..

“Queríamos traer eso, porque la gente que es latina o de descendencia, su familia habla de esto; aunque no hayan visitado su país en 20 0 30 años hablan de esto como si hubiera sido ayer”, continúa el entrevistado.

Una experiencia más allá de lo transaccional

Para López, quien llegó a Nueva York en el 2011, los intercambios actuales en los restaurantes o negocios de café en la ciudad son muy genéricos, automáticos, rápidos, por lo que apuesta a ofrecer una experiencia más allá de una transacción.

“Yo creo que cuando empezó la idea de Café Colmado es que en Nueva York todo es transaccional, y yo creo que, luego de la pandemia, lo siento hasta más trasaccional. Tú entras a un sitio, ya sea de ropa o de comida, es siéntate, come y vete. Ya eso de hospitalidad tú no lo ves. La idea del colmado viene de tener esa energía de que puedes estar todo el día aquí y no se trata de que me compres un café”, explica.

El boricua recuerda que, en sus primeros años en la Gran Manzana, había más espacios latinos en los que se creaban vínculos y comunidad, pero que con el tiempo ese elemento se ha ido perdiendo.

“Para mí es como crear el colmado del futuro, si hubiera unos que sobreviviera. Y ese es el espacio. No vendemos productos al por mayor; es un sentir que queremos compartir con la comunidad…”, abunda.

Otro elemento que otorga valor al lugar es el personal.

Muchos de los que trabajan en Café Colmado son de origen hispano, y traen con ellos la cultura y la experiencia de la comunidad. En la plantilla hay puertorriqueños, dominicanos, colombianos, argentinos… Los empleados reciben a los clientes en inglés o en español.

La gerente que yo tengo ahora es Carla Holguin. Ella es dominicana y tiene sobre 8 años de experiencia como gerente general. La primera fue en Scarr’s Pizza, a una cuadra y media de donde nosotros estamos, que es una de las pizzerías más reconocidas en Nueva York…Carla, cuando la traímos, ella se sintió identificada con el espacio”, detalla López quien se desplaza continuamente entre Nueva York y Puerto Rico.

A preguntas sobre los movimientos que ha realizado para establecer lazos con líderes comunitarios de la vieja guardia en Loisaida, López aseguró que está haciendo el trabajo.

“Ellos han venido a los eventos. No voy a decir que todos, pero yo me di a la tarea de, cuándo estábamos en la construcción, ir a conocer a todos los negociantes que estaban en las distintas cuadras”, asegura.

Busca crear una marca de café con la que conecte la comunidad

A futuro, López, quien levantó el dinero para el espacio con ayuda de inversionistas y socios de la industria de la hospitalidad, buscar crear una marca con la que la comunidad conecte.

Por eso, desde el principio, fue claro en que se comprometería con el proyecto siempre y cuando estuviera ligado a esfuerzos para crear comunidad.

“Yo no me voy a meter a un negocio donde vamos a sacar una marca genérica para que sea otra más. Yo les dije, ‘mira, si nosotros vamos a hacer una marca de café, nosotros tenemos que crear un sitio que cree comunidad. Y si nosotros vamos a crear una café que es ‘horchata sucia’ que sea porque la comunidad es receptiva a ese café. Ese es el grupo focal que nosotros necesitamos para ver si va a funcionar o no en una escala mayor”, expone.

Por el momento, en Colmado se venden los siguientes cafés: “Forgotten Forrest”, café de Yauco, Puerto Rico; La Magdalena, de Honduras, y el de Finca Torres, en Colombia.

Entre las modalidades de preparación se encuentran el Café de Olla, al estilo mexicano; café con horchata sucia, popular en varios países latinoamericanos; uno tipo “Morir soñando”, asociado a lo dominicano; y el café Bombón, con leche condensada, al estilo cubano.

A futuro, Manolo López busca crear una marca de café. Foto: cortesía / Alejandro Ramos

La meta más inmediata es diversificar y aumentar la oferta de cafés disponibles, así como los modos de preparación.

Queremos hacer un café que sea el Bustelo del futuro; que nosotros podamos tener el producto en todas las góndolas de estas compañías, como Target, Walmart…”, apuesta López también fundador de Mofongo NY.

Levantar Café Colmado fue un caos de seis meses

El proceso para llegar a la apertura del comercio, López lo describe como un “caos de seis meses”.

Los retos mayores estuvieron relacionados con las condiciones del edificio que rentaron a 10 años y las barreras idiomáticas.

“Cuando nosotros entramos al proceso, nos dan el permiso de construcción para finales de abril, empezamos a buscar a contratistas locales que nos dieran el mejor precio y que lo pudiera hacer en el tiempo adecuado. Y el contratista que lo ganó, es chino, y sus empleados todos son chinos y ninguno habla inglés”, cuenta.

Añade: “Imagínate estar 10, 12 horas, así, y buscando la manera de encontrar un vecino que hable chino; ‘mira, dile esto’, sin insultar”.

Adicional, las condiciones de infraestructura también representaron esfuerzo adicional.

La otra parte del caos es que aquello era un basurero. Nosotros llegamos a un sitio destruido. Es un edificio que tiene más de 100 años…y tú empiezas con un modelo de diseño y siempre vas a terminar con otro…Tumbas una pared, y de momento, hay un problema porque hay un boquete, y entonces le daña la plomería a los que llevan ya 40 años viviendo allá arriba”, detalla.

El desafío que enfrenta López a partir de ahora es generar los ingresos necesarios para el pago de renta y nómina.

 “Los dos gastos más importantes siempre van a ser la renta y tu nómina; asegurarte que el equipo tuyo también esté pagado. Y ese número es casi igual de lo que es tu renta al final del mes cuando estás sacando (cuentas). Pero, obviamente, nosotros tenemos unas metas en cuestión de ventas diarias, semanales, mensuales. En estos momentos, estamos reestructurando varias cosas. En dos semanas subo a montar la cocina, porque la cocina me va a ayudar a subir ese tiquete, en promedio, $10, $15 con tu sándwich, muffin…porque es necesario. El negocio no va a subsistir solamente con vender café. No es real. No importa si tenemos un espacio de 250 pies cuadrados o de 2,400 o de 10,000”, reconoce.

Otra iniciativa que prevé lo ayude a avanzar de manera más segura son los “buyout” de empresas.

“El espacio también se presta para rentarlo. Y, al momento, hemos tenido cuatro marcas que han hecho ‘buyout’, y con dos o tres de esos, ya yo pago mi renta, y parte de mi nómina. Eso se convierte en un pilar del negocio y yo tengo que buscar más corporaciones que quieran activarse dentro de la comunidad latina”, señala.

Los creadores de Café Colmado buscan que el espacio también sea un punto de encuentro cultural. Foto: cortesía / Alejandro Ramos

Además, ya se han realizado varios eventos culturales o encabezados por organizaciones sin fines de lucro a tono con la meta de que la estructura también sea una especie de punto cultural de encuentro.

No solamente son eventos de fiestas. Hay un espacio que puede ser cultural…ya tuvimos un evento con música dominicana; van a venir colombianos para un evento de ‘networking’”, destaca.

Ya hemos hecho eventos de salsa. Yo quiero que la gente vaya a bailar allí, al patio, y que se queden todo el día…tenemos ahora varias personas que van a sacar su libro de cocina que van a tener el lanzamiento ahí”, agrega.

Café Colmado, en Loisaida, la da la bienvenida a boricuas y miembros de otras comunidades. Foto: cortesía / Alejandro Ramos

La apertura de Café Colmado no surge del vacío. Las destrezas de comunicación y de emprendimiento López las ha ido desarrollando desde que era adolescente. Sin embargo, las puso en práctica formalmente a través de su proyecto Mofongo NY o Mofon.GO, un puesto de comida al aire libre enfocado en el popular majado de plátano puertorriqueño. Su propuesta se convirtió en una de las más solicitadas de mercados como el Smorgasburg, en Brooklyn.

Sin embargo, para López, quien quiere que lo identifiquen como un embajador de la cultura boricua y latinoamericana en general, su proyecto más significativo fue “Cosa Nuestra Relief Fund”, que impulsó después del huracán María en la isla con otros miembros del colectivo.

López y el resto del equipo de Cosa Nuestra cocinaron en distintos pueblos para proveer comida a los damnificados por el huracán.

Cosa Nuestra se asoció con Mark E. Curry Family Foundation para lograr recolectar $200,000 dólares con los que se alimentó a unas 50,000 personas. Además, se recuperaron más de 100 trabajos en la industria de servicios.  

Según revela, la experiencia lo hizo interiorizar el valor en la práctica del concepto comunidad.

Yo fui de las primeras personas en entrar a Puerto Rico e hicimos un enlace con el Hospital de Niños de San Jorge, y estábamos 30, 40, voluntarios cocinando y llevando atención médica a distintos sitios. Entender el valor de comunidad, y entender que son momentos difíciles, y entender que la única manera que algo va a funcionar es con la comunidad. Entonces, si no estableces una comunidad, no va a funcionar. Si no tienes esa comunidad real, porque para nosotros eso fue algo de vida o muerte, nunca vas a verte reflejado en sus necesidades. Este espacio nace de entender, tras pasar por todos esos procesos, de que nos estamos quedando sin espacios latinos en Nueva York. La historia latina es parte de la historia de NY y estadounidense. Cada vez son menos los lugares, menos los restaurantes, menos los cuchifritos, menos los teatros. Esta es la manera de nosotros decir, ‘aquí está el espacio’”, puntualiza.

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