MIAMI.- âLas familias felices son todas iguales; cada familia infeliz lo es a su maneraâ, frase lapidaria con la que el famoso escritor ruso León Tolstoi comienza Anna Kareninna (obra maestra de la literatura publicada en 1878). Una máxima que, como todo insight que se precie, nunca ha perdido vigencia. A pesar de esto, es muy común pensar que las diferencias entre una familia y otra se ven exacerbadas gracias a factores externos como la religión, clase social, nacionalidad o raza. Creencia que se desploma cada vez que compartimos espacios en hogares ajenos a los nuestros y descubrimos que, con sus matices, todos tenemos comportamientos similares. El cine no queda exento de este postulado: desde Vacation, pasando por My Big Fat Greek Wedding, hasta llegar a Little Miss Sunshine, es imposible no conseguir puntos en común en los que nos veamos reflejados. Este es el efecto que tiene Bad Shabbos, una comedia que desde la particularidad nos habla de un tema universal: lo complejas que son las dinámicas familiares.
La historia comienza con los preparativos para el Shabbat en el hogar de Elllen (Kyra Sedgwick) y Richard (David Paymer), un matrimonio judÃo que intenta preservar sus costumbres obligando a sus hijos a reunirse en esta importante celebración. Es asà como conocemos a David (Jon Bass), el hijo mayor que lucha por mantener en todo momento la cordialidad, y a Meg (Meghan Leathers), su novia cristiana que está en proceso de convertirse al judaÃsmo y que desea ganarse la aprobación de sus futuros suegros. A pesar de las diferencias de fondo, ambos se ven felices, enamorados y dispuestos a hacer que las cosas funcionen. En la otra antÃpoda tenemos a la hermana de David, Abby (Milana Vayntrub), una mujer sin filtro de carácter fuerte, y a su novio Benjamin (Ashley Zukerman), un tipo detestable con todo el mundo y que va al Shabbat a regañadientes, actitud que alimenta el odio profundo que siente por él Adam (Theo Taplitz), el hermano menor y problemático de la familia. Como salta a la vista, la dinámica entre cada personaje funciona como una bomba de tiempo, pero lo que nadie se sospecha es que un pequeño asistente cambiará por completo la velada para todos.
Escrita por Daniel Robbins y Zack Weiner, Bad Shabbos dista mucho de ser una comedia enfocada a un nicho sumamente especÃfico. Mientras que la pelÃcula se va desarrollando, vamos conociendo los trapos sucios que cada personaje intenta esconder detrás de una falsa cordialidad o comentarios pasivo-agresivos. Una dinámica los humaniza y nos acerca a ellos para abordar tópicos que todos alguna vez hemos discutido en una reunión familiar: la aprehensión de una madre frente a su nuera, la incomodidad de terminar una relación y tener que dar explicaciones a todos, lidiar con un familiar inmaduro que saca a cualquiera de quicio, la necesidad de mantener la calma hasta en la peor de las crisis, lidiar con las diferencias religiosas y prejuicios, confesiones a destiempo que sacan secretos a la luz en el peor de los momentos, la necesidad imperiosa de fingir que no pasa nada cuando el mundo se cae a pedazos y, en todo este caos, ver como se mantiene el amor y la unión del clan.
La dirección de Daniel Robbins recuerda por momentos al Woody Allen de Coup de Chance o al Roman Polanski en Carnage. En apenas un par de locaciones, desarrolla una comedia de situación cuyo conflicto va escalando de forma vertiginosa y que se vale exclusivamente de las actuaciones y diálogos ingeniosos para sostenerse. Si bien es cierto que su premisa fácilmente podrÃa ser un cortometraje, Robbins logra estirar la tensión de un ticking clock, usando una tragedia producida por la mala suerte como excusa para desnudar las entrañas de una familia completa. Al mismo tiempo, la Bad Shabbos está llena de referencias cinematográficas que le hacen un guiño al espectador para que, progresivamente, descienda a la locura que están atravesando sus protagonistas sin pensar mucho en lo absurda que es toda la situación en la que se ven inmiscuidos.
Como toda comedia que se precie, el pilar más fuerte que sostiene a Bad Shabbos son sus actuaciones. En su cast conseguimos todo tipo de registros que van desde la sobriedad del drama hasta el histrionismo de la comedia fÃsica. Sin que ningún actor opaque al otro, jugando con el contraste y la complementación mientras la trama se desarrolla, el cast va evolucionando con sus personajes. Kyra Sedgwick pasa de la frialdad a la fragilidad, David Paymer de la calma a la ansiedad, Jon Bass de la pasividad a la firmeza, Meg de la complacencia a la determinación, Milana Vayntrub de la indiferencia al nerviosismo y Theo Taplitz de la infantilidad a la madurez. Otro de los grandes aciertos de la pelÃcula es Cliff âMethod Manâ Smith, quien interpreta al portero del edificio âun personaje secundario divertido, aparentemente sin mayor relevanciaâ y que mientras se desarrolla la historia gana más peso hasta el punto de robarse el show por completo con su ingenio, excentricidad y carisma. Al mismo tiempo, él sirve de contrapeso para la seriedad que incorporan en la trama Beth (Catherine Curtin) y John (John Bedford Lloyd), los padres de Meg que funcionan como una olla de presión que dinamiza el conflicto detonarlo.
Bad Shabbos es una comedia inteligente, auto-consciente, divertida y con personajes entrañables. Su director y co-guionista desarrolla una premisa descabellada que transcurre en un setting bastante especÃfico para demostrarnos una verdad universal: todas las dinámicas familiares son más parecidas de lo que creemos. A través del sarcasmo, la pelÃcula deconstruye
prejuicios alrededor del judaÃsmo y pone el acento en la necesidad de ser sinceros con aquellos que amamos cueste lo que cueste. Con muchas risas y tensión, el largometraje nos demuestra que, a veces, hace falta un revés del destino para reconocer que no hay mayor bendición que una familia unida y feliz.
Lo mejor: las actuaciones de todo el cast, sus diálogos mordaces, su humor auto-consciente que explora las tradiciones y prejuicios sobre el judaÃsmo. La tensión que va in crescendo durante todo el desarrollo de la trama.
Lo malo: aunque la pelÃcula se va volviendo disparatada progresivamente (tensándooslo la cuerda de la credibilidad), la resolución del conflicto rompe con la verosimilitud del universo narrativo dándonos un epÃlogo un poco flojo.
Sobre el autor
Luis Bond es director, guionista, editor y profesor. Desde el 2010 se dedica a la crÃtica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en Rotten Tomatoes (https://www.rottentomatoes.com/critics/luis-bond/movies ). Su formación en cine se ha complementado con estudios en PsicologÃa AnalÃtica profunda y SimbologÃa. Es co-host del podcast Axis Mundi donde profundiza en el análisis fÃlmico, la literatura, la psicologÃa y los lenguaje simbólicos.
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Fuente :Diariolasamericas.com