back to top
Botón de Cambio de Color Loterías Domincanas

Descubren que el sentido magnético de algunos animales podría estar cerca del límite cuántico, revelando una sorprendente conexión entre biología y física

- Advertisement -


Los animales que utilizan el campo magnético terrestre para orientarse han sido objeto de estudio durante décadas. Desde las aves migratorias hasta las tortugas marinas, numerosos organismos parecen poseer una especie de “brújula biológica” que les permite viajar grandes distancias sin perderse. Sin embargo, el mecanismo exacto de este sentido magnético sigue siendo un misterio. Un nuevo estudio sugiere que estos sistemas de detección podrían estar operando muy cerca de un límite fundamental de la física: el límite cuántico de resolución energética.

El artículo, publicado en PRX Life por I.K. Kominis y E. Gkoudinakis, analiza tres posibles mecanismos de magnetorrecepción en animales: el modelo de pares radicales, los sensores basados en magnetita y la hipótesis del complejo MagR. Su investigación no solo examina la cercanía de estos sistemas al límite cuántico, sino que también sugiere que algunos podrían haber evolucionado hasta alcanzar una eficiencia extrema en la detección de campos magnéticos.

El enigma de la magnetorrecepción en la naturaleza

La capacidad de algunos animales para percibir el campo magnético terrestre es un misterio que ha fascinado a científicos durante décadas. Desde las aves migratorias hasta las tortugas marinas, numerosos organismos muestran un comportamiento que sugiere la existencia de un sexto sentido: la magnetorrecepción. Gracias a esta habilidad, son capaces de orientarse en viajes de miles de kilómetros, encontrar rutas específicas y regresar a lugares concretos con una precisión asombrosa.

Sin embargo, el mecanismo biológico detrás de esta percepción magnética sigue siendo un enigma. ¿Cómo detectan estos animales los campos magnéticos? ¿Qué estructuras biológicas les permiten convertir esta información en señales útiles para la navegación? En la actualidad, existen tres hipótesis principales que intentan explicar este fenómeno: el modelo de pares radicales, el modelo de magnetita y la hipótesis del complejo MagR.

El modelo de pares radicales: química cuántica en la visión de las aves

Una de las explicaciones más estudiadas es el modelo de pares radicales, basado en reacciones químicas que ocurren en la retina de las aves y otros organismos. Se ha propuesto que las proteínas criptocromos, presentes en el ojo de algunas especies, actúan como sensores magnéticos al generar pares de electrones en estados de espín entrelazados. Estos pares radicales son sensibles al campo magnético terrestre y pueden influir en la tasa de reacciones químicas que afectan la percepción visual.

El proceso comienza cuando la luz azul activa un criptocromo, iniciando una transferencia de electrones y creando un par radical. Dependiendo de la orientación del campo magnético, la interacción entre los electrones se ve alterada, modificando el resultado de la reacción química y generando una señal que el cerebro puede interpretar. En otras palabras, este mecanismo no detecta el campo magnético directamente, sino que permite a los animales percibir patrones en su entorno que dependen de la orientación del campo.

Experimentos con aves han demostrado que perturbaciones en el campo magnético o el uso de luz de ciertas longitudes de onda pueden desorientarlas, lo que apoya la teoría de que la magnetorrecepción está relacionada con el sistema visual. Sin embargo, aún quedan preguntas abiertas, como la duración de los estados de espín en un entorno biológico y la precisión con la que los criptocromos pueden detectar variaciones del campo magnético.

Una de las explicaciones más estudiadas es el modelo de pares radicales, basado en reacciones químicas que ocurren en la retina de las aves y otros organismos. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

El modelo de magnetita: brújulas biológicas basadas en partículas magnéticas

Otra hipótesis se basa en la presencia de cristales de magnetita en el organismo de ciertos animales. La magnetita, un mineral compuesto por óxido de hierro, tiene propiedades ferromagnéticas y puede alinearse con los campos magnéticos. Se ha encontrado evidencia de pequeñas partículas de magnetita en el pico de las palomas, en la cabeza de algunos peces y en bacterias magnetotácticas que utilizan este mecanismo para orientarse en su medio.

En este modelo, los cristales de magnetita actuarían como brújulas biológicas, generando señales mecánicas o eléctricas cuando el animal se mueve a través del campo magnético terrestre. Estas señales serían detectadas por células nerviosas especializadas, enviando información al cerebro sobre la dirección y la intensidad del campo.

Uno de los puntos fuertes de esta hipótesis es que no requiere luz para funcionar, lo que explicaría cómo algunas especies pueden orientarse en completa oscuridad, como en el caso de los tiburones o las anguilas. Además, se ha propuesto que los peces y ciertos mamíferos marinos podrían utilizar la magnetita para formar una especie de mapa magnético, permitiéndoles reconocer áreas específicas a partir de variaciones en el campo geomagnético.

Sin embargo, aún no se ha identificado un mecanismo celular claro que explique cómo estas señales se convierten en información útil para la navegación. Además, algunos estudios han cuestionado si los depósitos de magnetita encontrados en animales realmente están involucrados en la detección del campo magnético o si cumplen otras funciones biológicas.

Otra hipótesis se basa en la presencia de cristales de magnetita en el organismo de ciertos animales. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

La hipótesis del complejo MagR: un híbrido entre los dos modelos

El modelo más reciente combina elementos de las dos hipótesis anteriores. En 2016, investigadores descubrieron una proteína llamada MagR, que contiene hierro-sulfuro y que parece formar complejos con los criptocromos. Esta estructura tiene una geometría alargada y se alinea de manera estable con los campos magnéticos, lo que ha llevado a sugerir que podría ser un sensor magnético biológico más eficiente que los pares radicales o la magnetita por separado.

El complejo MagR-Cryptocromo podría proporcionar un sistema de detección más estable, combinando la sensibilidad química de los criptocromos con la capacidad de respuesta magnética del hierro-sulfuro. En experimentos de laboratorio, se ha observado que estas proteínas muestran comportamientos alineados con campos magnéticos externos, aunque aún falta evidencia de que esto ocurra en organismos vivos.

Este modelo plantea un puente entre la biología molecular y la física cuántica, sugiriendo que la evolución ha podido optimizar la detección magnética a través de una sinergia entre mecanismos químicos y materiales magnéticos. Si se confirma su existencia en animales en estado natural, el complejo MagR podría representar una de las piezas clave para entender la magnetorrecepción en la naturaleza.

En 2016, investigadores descubrieron una proteína llamada MagR, que contiene hierro-sulfuro y que parece formar complejos con los criptocromos. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

¿Qué dice el estudio sobre el límite cuántico?

Los autores analizaron estos tres mecanismos bajo un concepto clave en la física cuántica: el límite de resolución energética. Este límite establece que la precisión con la que un sensor puede medir un campo magnético está determinada por la relación entre la energía y el tiempo de la medición. Cuanto más cerca esté un sensor de este límite, más eficiente es su detección magnética.

Según el estudio, los sistemas basados en criptocromos y el complejo MagR podrían estar operando muy cerca de este límite. En particular, los autores estiman que, para los criptocromos, la sensibilidad a los campos magnéticos es de aproximadamente 0,3 microteslas (µT), con tiempos de medición en el rango de 10 microsegundos. Estos valores sitúan la resolución energética de los criptocromos en torno a 4,8 × 10⁻⁶ ħ, lo que implica que solo se necesitarían unos 200.000 criptocromos trabajando en conjunto para alcanzar el límite cuántico.

Por otro lado, el mecanismo basado en magnetita parece operar en un rango más clásico, con una resolución energética de 3 × 10⁶ ħ, lo que sugiere que su funcionamiento es menos dependiente de efectos cuánticos.

Los autores analizaron estos tres mecanismos bajo un concepto clave en la física cuántica: el límite de resolución energética. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

Implicaciones para la biología y la tecnología

Si algunos organismos han evolucionado para operar tan cerca del límite cuántico, esto plantea preguntas fascinantes sobre la relación entre la biología y la física cuántica. En el campo emergente de la biología cuántica, cada vez hay más evidencia de que ciertos procesos biológicos, como la fotosíntesis o la enzima ADN polimerasa, podrían aprovechar fenómenos cuánticos para mejorar su eficiencia.

Por otra parte, estos descubrimientos pueden inspirar nuevas tecnologías biomiméticas. La idea de construir sensores magnéticos inspirados en la naturaleza no es nueva, pero comprender cómo la evolución ha optimizado estos sistemas podría llevar a desarrollos revolucionarios en magnetómetros cuánticos de alta precisión.

Los investigadores concluyen que el análisis del límite cuántico no solo ayuda a entender mejor cómo funcionan los sistemas biológicos, sino que también proporciona herramientas para diseñar sensores artificiales más eficientes. Si se logra replicar esta eficiencia en tecnología humana, podríamos estar ante avances significativos en áreas como la navegación, la geofísica e incluso la medicina.




Fuente :MuyInteresante.com


- Advertisement -

Artículos Relacionados
Related

Redes Sociales

Las Calientes