El horario de verano en Estados Unidos está llegando a su fin. Con el objetivo inicial de aprovechar al máximo la luz solar para reducir los costos energéticos y beneficiar la economía, esta medida se ha implementado de manera uniforme en gran parte del país. Sin embargo, su impacto en la salud y calidad de vida de la población ha levantado controversia y alimentado la discusión sobre su permanencia o eliminación.
El cambio al horario de verano sigue un calendario fijo en EE. UU., que comienza el segundo domingo de marzo y finaliza el primer domingo de noviembre. En 2024, el horario de verano comenzó el 10 de marzo y finaliza el 3 de noviembre.
Durante esta transición, los residentes de los estados adherentes Deben retrasar sus relojes una hora a las 2 am, lo que permitirá que el reloj marque 1 nuevamente. Esta práctica busca maximizar la luz natural durante la jornada laboral, contribuyendo a un supuesto ahorro energético y un impulso a la economía.
A pesar de las intenciones originales, Se ha demostrado que el cambio de hora tiene efectos secundarios que afectan la salud y el bienestar de las personas. Diversos estudios han sugerido que el cambio de hora puede alterar los patrones de sueño, afectar el estado de ánimo y disminuir la productividad de las personas, especialmente en la transición al horario de verano en marzo. Las alteraciones del sueño pueden tener importantes consecuencias en la vida diaria, afectando a la concentración y aumentando el riesgo de accidentes laborales y de carretera.
Investigaciones recientes han demostrado que El horario de verano puede estar relacionado con un aumento en la incidencia de enfermedades graves, como infartos y accidentes cerebrovasculares, en las semanas siguientes a cada ajuste horario. Estos hallazgos han llevado a expertos y organizaciones de salud, como la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño (AASM), a recomendar la adopción de un horario estándar durante todo el año. Según la AASM, un sistema de horarios fijos evitaría alteraciones en el ciclo del sueño y ayudaría a reducir los riesgos para la salud.
La historia del horario de verano en EE. UU.
El horario de verano se implementó por primera vez en los EE. UU. en 1918, en plena Primera Guerra Mundial. La Ley de Hora Estándar se promulgó con el propósito de ahorrar energía, ya que el uso de luz natural por más tiempo permitía reducir el consumo eléctrico. Sin embargo, esta medida quedó suspendida después de la guerra y no fue hasta 1966 que el Congreso de Estados Unidos estableció la Ley de Hora Uniforme, que creó un sistema de horario de verano uniforme para todo el país.
A pesar de la uniformidad en la aplicación, La ley permite que ciertos estados y territorios estén exentos del cumplimiento del horario de verano. Estos incluyen Hawaii y la mayor parte de Arizona (excepto las áreas indígenas de la Nación Navajo), así como varios territorios insulares, incluidos Puerto Rico, Guam y las Islas Vírgenes. En estas zonas, las condiciones climáticas y geográficas han llevado a las autoridades a mantener un horario estándar durante todo el año, argumentando que no es necesario adaptarse al cambio de luz solar.
A partir de 2022 ha ganado terreno la posibilidad de mantener el horario de verano de forma permanente. Hasta la fecha, 19 estados han aprobado leyes o resoluciones para hacer permanente el horario de verano, siempre que el Congreso dé su visto bueno y otros estados vecinos también adopten el cambio. Estos estados incluyen Alabama, Florida, Washington, Utah y Colorado. Este movimiento está impulsado por sectores económicos como el comercio minorista, los deportes al aire libre y la industria de la jardinería, que se beneficiarían de una hora adicional de luz natural al final del día.
Sin embargo, hay detractores de la medida. Quienes se oponen argumentan que el horario de verano permanente podría exacerbar los problemas de salud, especialmente en los meses de invierno, cuando los días son naturalmente más cortos. Según la AASM y otros expertos en medicina del sueño, El horario estándar permanente sería una opción más saludable, ya que alinearía mejor el ciclo de sueño de las personas con la luz natural.
El debate sobre la permanencia o eliminación del horario de verano sigue siendo un tema divisivo en Estados Unidos. Por un lado destaca el ahorro energético y el beneficio económico para determinados sectores. Por otro lado, los argumentos a favor de un horario estándar durante todo el año están respaldados por investigaciones de salud que señalan los riesgos de los trastornos del sueño y su impacto negativo en la vida diaria de los estadounidenses. Así, el país se prepara para otro cambio horario este domingo, con la duda de si algún día este ajuste estacional llegará a su fin definitivo.
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