Hay momentos en la vida en los que el camino se vuelve estrecho, pesado, silencioso. Intentas avanzar, tocas puertas, buscas opciones, das lo mejor de ti… pero parece que nada se mueve.
Una oportunidad se cae, otra se cierra, otra simplemente desaparece. Y sin darte cuenta empiezas a sentir ese vacío que se forma cuando la vida parece decirte “no”. En esos momentos la duda aparece sin pedir permiso. Te preguntas si estás fallando, si no eres lo suficientemente buena, si la vida se olvidó de ti. Empiezas a sentir que el universo conspira en tu contra… cuando en realidad puede estar conspirando a tu favor.
Porque cuando todas las puertas se cierran al mismo tiempo, no siempre es rechazo. A veces es protección, redirección y renacimiento, aunque todavía no lo veas.
El dolor de querer avanzar y no poder
Pocas cosas se sienten tan frustrantes como la sensación de estancamiento. Haces todo “bien”, inviertes tiempo, energía, ilusión… y aun así la vida se detiene. Nada fluye, nada encaja, nada funciona.
Y te invade una sensación de injusticia, de cansancio emocional, de querer gritarle al cielo: “¿Qué más quieres de mí? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué no se abre ninguna puerta?” Lo que casi nadie te dice es que la vida también habla a través de los bloqueos. Que el “no” que recibes es a veces un “ahí no es”. Que lo que tú llamas fracaso podría ser en realidad una desviación necesaria.
La vida también sabe cerrar caminos que no están alineados con tu propósito. No es castigo, es guía. No es abandono, es dirección.
No todas las puertas que querías eran para ti
Lo más difícil de entender es que no todo lo que deseas te pertenece. No todos los trabajos, personas, relaciones o caminos que imaginas son parte del destino que te corresponde vivir.
A veces, esa puerta que tanto quieres abrir te disminuiría. A veces esa oportunidad que tanto esperas te desviaría. A veces ese “sí” que deseas solo te hundiría más en lo que ya está desgastado.
Pero en el momento duele. Duele ver todo cerrado. Duele no entender por qué nada se da. Duele sentirte atrapada en una pausa que no elegiste.
Sin embargo, cuando puedas mirar hacia atrás, dirás las palabras que transforman todo: “Menos mal esa puerta se cerró.”
Porque si se hubiera abierto, tú misma te habrías perdido ahí. Te habrías conformado. Te habrías detenido. Te habrías quedado pequeña donde estabas destinada a crecer grande.
La vida no te bloquea, te protégé
Cuando todas las puertas se cierran, la vida te está diciendo una sola cosa: “Mira hacia otro lado.” Es una invitación a redireccionarte. A soltar lo que ya no funciona. A dejar de insistir en lo que te quita paz. A aceptar que insistir no siempre es sinónimo de amor propio.
Lo que está destinado para ti no te hace rogar, no te humilla, no te obliga a destruir tu autoestima para “encajar”.
Lo que es tuyo fluye. Lo que es tuyo te reconoce. Lo que es tuyo llega sin pedirte que te pierdas. Lo que no se abre no te corresponde, y lo que se cierra te protege.
Cuando la vida te obliga a detenerte
A veces las puertas se cierran porque estás agotada y no quieres aceptarlo. Porque llevas demasiado tiempo moviéndote desde el miedo, desde la ansiedad, desde la urgencia de “lograr algo” para demostrarte que vales.
La vida, en su sabiduría, te detiene. Te obliga a pausar. Te obliga a mirar hacia adentro. Te obliga a escucharte.
Esa pausa que hoy duele podría ser el descanso emocional que estabas negando. Ese silencio que te desespera podría ser el espacio que necesitas para renacer. Ese “no hay puertas abiertas” podría ser simplemente el aviso de que debes construir tu propia puerta.
Cuando todo se cierra, algo en ti se abre
Lo más hermoso de esta etapa —aunque no te lo parezca ahora— es que las puertas externas se cierran, pero una interna empieza a abrirse.
La puerta de tu fuerza.
La de tu creatividad.
La de tu intuición.
La de tu verdadera identidad.
Empiezas a preguntarte:
¿Qué quiero de verdad?
¿Qué merezco?
¿Qué estaba tolerando por miedo a quedarme sin opciones?
¿Qué versiones de mí ya no quiero repetir?
Y ahí ocurre algo poderoso: Te reencuentras contigo.
Las puertas correctas no se fuerzan
La vida te está preparando para lo que realmente es tuyo. Lo que llegará más adelante no tendrá dudas, no tendrá trabas, no tendrá desgaste emocional. Será un “sí” claro, firme, alineado.
Mientras tanto, esta etapa de cierres está moldeando tu carácter, tu claridad, tu fe. No se trata de aguantar la tormenta, sino de entender su propósito. Porque después de cada cierre viene una apertura más grande, más verdadera, más tuya. Las puertas correctas no necesitan empujarse. Se abren cuando tú también te abres.
No estás perdiendo, estás siendo redirigida
Cuando sientas que todas las puertas se cierran, no pienses que la vida te dio la espalda. Piensa que te está llevando a un lugar donde tu alma podrá respirar. A veces no es que se acabaron las opciones, sino que por fin estás siendo guiada hacia algo mejor.
La puerta que hoy se cierra es el puente hacia la que mañana se abrirá.
Y cuando se abra, entenderás por qué las demás nunca lo hicieron.
La vida sabe lo que tú aún no ves.
Confía en eso.
Confía en ti.
Confía en lo que viene.
🌐Fuente🔗
#Cuando #sientes #todas #las #puertas #cierran


