La dulce amenaza se extiende especialmente en países donde el desarrollo económico ha hecho que estas bebidas sean más accesibles.
Según un estudio, 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y 1,2 millones de nuevos casos de enfermedades cardiovasculares en todo el mundo podrían estar relacionados con el consumo de refrescos, bebidas energéticas y otras bebidas azucaradas en 2020. Esto informa un grupo de investigación internacional en la revista Medicina de la naturaleza.
Bebidas azucaradas: no aptas para calmar la sed
Un vaso de Cola (250 ml) contiene casi 27 gramos de azúcar: esto equivale a casi 9 terrones de azúcar. Las bebidas energéticas, las bebidas de frutas y otros refrescos también pueden ser bombas de azúcar. Sin embargo, según el estudio, cada vez más personas recurren a estas bebidas, especialmente en América Latina y África.
Se sabe que las bebidas azucaradas no son buenas para la salud. La Sociedad Alemana de Nutrición escribe que estas bebidas no son adecuadas para calmar la sed: “Contienen mucho azúcar (aproximadamente 80-100 g por litro) y, por lo tanto, aportan muchas calorías”.
El grupo de investigación liderado por Laura Lara-Castor de la Universidad de Tufts en Estados Unidos ha calculado ahora las consecuencias para la salud del consumo de bebidas azucaradas en relación con la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
Mucha publicidad en países de ingresos bajos y medios.
Para ello, el equipo analizó datos de la Global Dietary Database: esta base de datos contiene estimaciones sobre el consumo de bebidas azucaradas basadas en encuestas nutricionales, así como datos sobre las tasas de obesidad y diabetes. Los científicos utilizaron cifras de los años 1990 a 2020 y combinaron conjuntos de datos de 184 países para calcular la probabilidad de una conexión entre ambos factores.
Según este, en 2020, 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y 1,2 millones de nuevos casos de enfermedades cardiovasculares en todo el mundo fueron atribuibles a las bebidas azucaradas. Esto representaría uno de cada 10 nuevos casos de diabetes tipo 2 y uno de cada 30 nuevos casos de enfermedad cardiovascular.
El estudio encontró la proporción más alta en África subsahariana, América Latina y el Caribe. En cuanto a los países individuales, Colombia, México y Sudáfrica se vieron particularmente afectados. Según el estudio, cuanto más se desarrollan los países y aumentan los ingresos, más accesibles y deseables se vuelven las bebidas azucaradas.
Más sed de bebidas dulces
Para Alemania, el estudio muestra solo un ligero aumento de las muertes por diabetes por millón de habitantes entre 1990 y 2020 atribuible al consumo de bebidas azucaradas, en comparación con otros países. En cuanto a las muertes por enfermedades cardiovasculares, incluso se observa una disminución, al igual que en Estados Unidos y Gran Bretaña.
Según los datos de los investigadores, en 2020 se consumieron semanalmente en Alemania casi 650 mililitros (o dos vasos grandes) de estas bebidas, lo que sitúa a Alemania en el centro de la lista de los 30 países más poblados de los estudiados. Sin embargo, cifras de la Asociación Económica de Bebidas No Alcohólicas (wafg) para 2023 sugieren que el consumo de refrescos ha vuelto a aumentar en el país.
Demanda de un “impuesto a los refrescos”
Como escriben los propios autores, aunque sus estimaciones se basan en los mejores datos disponibles y en conjeturas fundamentadas, no pueden proporcionar pruebas de causa y efecto. Además, los datos de algunos países están incompletos.
El equipo de investigación también destaca que las bebidas azucaradas se digieren rápidamente y elevan los niveles de azúcar en sangre sin tener valor nutricional. El consumo regular provoca aumento de peso, resistencia a la insulina y diversos problemas metabólicos relacionados con la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas, dos de las causas de muerte más comunes en el mundo.
Los científicos exigen, entre otras cosas, campañas sanitarias, normas más estrictas para la publicidad de este tipo de bebidas y medidas fiscales.
En muchos países, incluido Gran Bretaña, ya existe desde 2018 un “impuesto a los refrescos”: se aplica al umbral de cinco gramos de azúcar por 100 mililitros. Los fabricantes deben entonces pagar 18 peniques (21 centavos) por litro, y por 8 gramos de azúcar o más por 100 mililitros, se aplican 24 peniques (28 centavos) por litro.
Desde entonces, no sólo ha disminuido el consumo, sino que los fabricantes también han reducido el contenido de azúcar. También en Alemania los defensores de los consumidores y los expertos en salud exigen periódicamente un impuesto de este tipo, aunque hasta ahora sin éxito.
POCOS (dpa, Medicina de la naturaleza)
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Fuente Informativa