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Entre el arte y el misterio: Un viaje al mundo de las geishas


En el corazón cultural de Japón, envuelto en el silencio de callejones antiguos y el aroma tenue de incienso, existe un universo fascinante y poco comprendido: el de las geishas. Mujeres que no son solo figuras estéticas, sino custodias de un arte milenario cargado de tradición, disciplina y secretos.

Orígenes y evolución

El término “geisha” se traduce literalmente como “persona del arte” y sus primeras menciones datan del siglo XVIII en Kioto. Inicialmente, las geishas eran hombres que entretenían en las tabernas, pero con el tiempo, las mujeres tomaron este rol, evolucionando hasta convertirse en artistas completas. Su formación empieza desde la adolescencia, y es una mezcla rigurosa de danza, música tradicional, canto, caligrafía y conversación culta.

La formación: un camino rigoroso

Convertirse en geisha no es simplemente aprender a vestir un kimono o tocar el shamisen, el instrumento tradicional. Implica años de dedicación bajo la tutela de “okāsan” (madre de casa), aprendiendo técnicas que requieren paciencia y perseverancia. La etapa de “maiko” —aprendiz de geisha— es esencial para pulir este arte, y suele durar unos cinco años antes de alcanzar la plena maestría.

Diferencias entre geisha, maiko y geiko

Geisha, la personificación de las artes

Aunque a menudo se agrupan bajo el término general de “geisha”, cada uno de estos roles tiene características, responsabilidades y etapas de formación distintivas.

La palabra “geisha” puede traducirse como “persona de las artes” y tal como hemos venido explicando hasta ahora, se refiere a mujeres altamente capacitadas en las artes tradicionales japonesas, como la danza, la música, la conversación y la ceremonia del té. Las geishas son conocidas por su habilidad para entretener y engalanar reuniones y eventos con su presencia y actuaciones.

Su vestimenta es más sobria y refinada en comparación con la de una maiko, con kimonos de colores menos llamativos y peinados más sencillos, que reflejan su madurez y estatus. Al fin y al cabo, su valor como geisha radica principalmente en el refinamiento de sus habilidades y no en su aspecto.

Maiko, las llamativas aprendices

“Maiko” significa “niña o joven bailarina” y tal como hemos explicado anteriormente, es el término utilizado para las aprendices de geisha. Las maikos son jóvenes, generalmente entre los 15 y 20 años, que están en la etapa de formación para convertirse en geishas.

Las maikos son fáciles de identificar por su vestimenta y maquillaje distintivos. Llevan kimonos brillantes y coloridos, obis (cinturones) con elaborados lazos, y su maquillaje incluye caras pintadas de blanco con labios rojos y detalles en negro alrededor de los ojos y las cejas. Sus peinados complejos, adornados con kanzashi (adornos para el cabello), son otro de sus rasgos característicos. Su elaborado estilo sirve para compensar de manera estética sus carencias profesionales ya que aún se encuentran en periodo formativo.

Geiko, las geishas de Kioto

El término “geiko” es específico de Kioto y simplemente es el que se usa para referirse a las geishas de esta región, particularmente las del barrio de Gion. Las geiko son vistas como la encarnación de la refinada cultura de entretenimiento de Kioto y tienen un estatus similar al de las geishas en otras partes de Japón.

Por lo tanto, la distinción entre geisha y geiko radica principalmente en la terminología regional y algunas diferencias menores en las normas y prácticas de entrenamiento, además del acento regional. Si una aprendiz en Kioto viene de otra región, parte de su formación también pasará por dominar a la perfección el dialecto local.

Aquí os dejamos un breve vídeo de la propia geiko Miehina, una de las geikos más aclamadas en Japón por su habilidad en la danza y la música, explicando de forma cómica que no una geisha.

Más que apariencia: el rol social y cultural

A menudo se confunde a las geishas con simples entretenedoras o incluso se las asocia erróneamente con la prostitución, un prejuicio alimentado por desconocimiento y por representaciones mediáticas. En realidad, su labor se centra en el entretenimiento cultural y la preservación de tradiciones artísticas. Su presencia en ceremonias, banquetes y encuentros sociales es valorada por su elegancia y respeto por el protocolo.

El kimonos y el maquillaje: un lenguaje propio

Cada elemento que viste una geisha tiene un significado profundo. Desde el complejo peinado adornado con kanzashi (ornamentos para el cabello), hasta el maquillaje blanco con grabes labios rojos, todo obedece a códigos específicos según la etapa de su carrera y la ocasión. El kimono, hecho a mano y en ocasiones valioso patrimonio familiar, habla de su estatus, la estación del año y el evento.

Desafíos en la modernidad

Con el paso del tiempo y la modernización de Japón, la cantidad de geishas ha disminuido considerablemente. Sin embargo, en ciudades como Kioto, el arte se mantiene vivo gracias al esfuerzo de asociaciones que buscan conservar esta tradición como patrimonio intangible nacional. La presión social, la competencia con nuevas formas de entretenimiento y la vida exige un equilibrio delicado para estas artistas del pasado en el presente.

¿Qué se necesita para ser una geisha japonesa?

Convertirse en geisha es un camino marcado por la dedicación y el aprendizaje riguroso de las artes tradicionales. Este viaje comienza en la juventud, a través de un proceso de formación intensiva donde las aprendices, conocidas como maiko, se sumergen en el complejo mundo del entretenimiento y la etiqueta japonesa. Antiguamente, el entrenamiento solía iniciarse en torno a los 12 años, pero actualmente las jóvenes aprendices empiezan como mínimo a partir de los 15 o 16 años, después de finalizar la secundaria obligatoria. Fuera de esto, no se requiere nada en especial más allá de la voluntad de hacerlo.

La formación de las geishas: transformación en arte viviente

La formación de una geisha es un proceso arduo para alcanzar la maestría en diversas disciplinas artísticas. Todo empieza cuando una joven interesada busca una okiya (casas de té y alojamientos donde viven las maikos y las geisha, a cargo de una okaasan o “madre”) que esté dispuesta a aceptarla como aprendiz.

Estos lugares proporcionan el alojamiento y el mantenimiento de las aprendices, las cuales a continuación pasarán en torno a 6 meses o 1 año bajo el más estricto entrenamiento. También cubren los elevados costes de la sofisticada indumentaria y de los accesorios que llevará a partir de ese momento, lo cual se considera como una inversión.

A partir de los 6 meses, las maiko pueden empezar a compaginar su formación con la participación profesional en eventos, tocando instrumentos o asistiendo a otras geishas.

La ceremonia del erikae: el debut de la geisha

El erikae, o ‘cambio de cuello’, marca el punto culminante en la transformación de una maiko a geisha. Consiste en el cambio del cuello interior del kimono, que en las maiko es de color rojo y blanco, mientras que en las geisha es completamente blanco. El tipo de kimono, peluca y accesorios también cambian a partir de ese momento.

Esto suele suceder una vez llegan a los 20 años (la mayoría de edad en Japón antes de ser legalmente cambiada a los 18 en 2022) pero también puede ser posteriormente en función de cada caso. Esta ceremonia simboliza un cambio de estatus, con el cual se reconoce su habilidad y compromiso con las artes que representa.

El mizuage, la antigua ceremonia para convertirse en geisha

El mizuage fue una práctica que históricamente también estaba asociada con la transición de una maiko, y era parte de los rituales de madurez y cambio de estatus dentro de la comunidad. Consistía en que un danna o patrocinador pagara por el derecho de tener la primera relación sexual con la maiko. En ocasiones, si una maiko era muy popular, más de un patrocinador pujaba por este privilegio, disparando el precio y con ello el prestigio (y estatus financiero) de la maiko y por extensión, la de su okiya.

La percepción y la práctica del mizuage han evolucionado significativamente con el tiempo. En el Japón contemporáneo, se supone que esta práctica ya no es legal y las diferentes asociaciones y comunidades de geishas procuran alejarse de esta imagen. Sin embargo, la opacidad de este mundo, voces críticas desde dentro y algunos escándalos a través de los años levantan dudas razonables sobre hasta qué punto dicha práctica realmente ha desaparecido por completo.

El hiki-iwai: el adiós a la vida como geisha

El hiki-iwai es el retiro formal de la profesión y el inicio de una nueva etapa en la vida de una geisha. Generalmente, una geisha es libre de retirarse una vez se considera saldada la deuda de la cuantiosa cantidad que la okiya ha invertido en ella durante su época formativa. Esta ceremonia es tanto un adiós como una celebración de los años dedicados al oficio. El nombre hace referencia a los pequeños obsequios que la geisha entrega a sus fieles clientes, su okiya y compañeras de oficio como muestra de gratitud.

Es una ocasión para recordar y celebrar las contribuciones que la geisha ha hecho a la preservación y promoción de las artes tradicionales japonesas. Durante el evento, se comparten anécdotas, se realizan actuaciones y se brindan expresiones de agradecimiento y aprecio hacia la geisha que se retira. Ella ya no lleva la elaborada vestimenta y maquillaje que hasta ese momento la caracterizaba sino un kimono sencillo y maquillaje normal.

A partir de entonces, está la posibilidad de vivir con normalidad fuera de ese mundo, pero algunas optan por seguir bajo nuevos roles. De esta forma, permanecen vinculadas a su comunidad, convirtiéndose en mentoras o maestras para las nuevas generaciones de maikos y geishas. Otras deciden explorar completamente nuevos caminos fuera del hanamachi, llevando consigo las habilidades, la gracia y la sabiduría cultivadas durante sus años de práctica y que a partir de ese momento pueden aplicar en lugares como talleres de artesanía, ikebana, etc.


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