El icónico cantautor español Joaquín Sabina puso fin este domingo a más de cinco décadas de carrera musical con un concierto histórico en Madrid, donde anunció ante 12.000 asistentes que se trataba de la última vez que se presentaría en un escenario. “Este concierto en Madrid es el último de mi vida y por tanto el más importante. El que en unos años recordaré con más emoción”, declaró visiblemente conmovido al cierre de su gira Hola y adiós, concebida como su despedida definitiva.
Sabina, de 76 años, ofreció un espectáculo cargado de nostalgia y gratitud en el Movistar Arena, donde repasó los himnos que lo convirtieron en una figura trascendental de la música en español. Con versos que formaron parte del crecimiento sentimental de varias generaciones, el artista nacido en Úbeda (Jaén) se despidió con la serenidad de quien reconoce el peso de su legado.
“Es un adiós enormemente agradecido”, expresó Sabina, destacando el privilegio de haber visto “crecer sus canciones” y cómo estas, “de un modo misterioso”, se han colado en la vida emocional de millones de personas en ambos lados del Atlántico. Su público, que lo acompañó coreando temas como “Y nos dieron las diez” y “19 días y 500 noches”, respondió con una ovación larga y cálida que tiñó la noche de un aura inolvidable.
La despedida marca el cierre de una era musical en la que Sabina dejó una huella imborrable como poeta urbano, cronista sentimental y voz imprescindible de la canción de autor. Su trayectoria, marcada por la irreverencia, la sensibilidad y letras cargadas de ironía y lucidez, consolidó una obra que trascendió modas y generaciones.
Aunque el cantautor ya había insinuado en ocasiones anteriores una posible retirada, esta vez lo confirmó sin ambigüedades, dejando claro que su adiós a los escenarios es definitivo. No obstante, no se refirió a si continuará escribiendo o componiendo, una posibilidad que sus seguidores mantienen viva como esperanza.
El cierre de la gira Hola y adiós quedará como una de las despedidas más emotivas de la música española reciente, un adiós que, lejos de la tristeza, estuvo envuelto en gratitud, celebración y el eco de canciones que seguirán formando parte de la memoria colectiva. Joaquín Sabina se baja del escenario, pero su voz —como tantas noches cantadas— continuará viajando donde la música nunca envejece.
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