La película, dirigida por Halina Reijn, es una referencia de cómo el erotismo es un arte que seduce a la audiencia, llevando a una mujer madura a mantener una relación extramatrimonial con un jovencito. Pero el asunto no se queda allí, sino que la trama explora el deseo oculto de la protagonista.

Babygirl comienza presentando a Romy como una mujer sexualmente insatisfecha, a pesar de estar “felizmente casada”, al menos en apariencia. Y de esa insatisfacción es mostrada en su entorno de trabajo como una ejecutiva exitosa, digiriendo una empresa de tecnología.

Erotismo y poder

La historia da su primer punto de giro cuando Romy se topa en la calle con Samuel, uno de los pasantes de la empresa y presencia cómo éste puede calmar fácilmente a una perra que intenta atacar a un transeúnte Horas más tarde, cuando Samuel y Romy coinciden en la oficina ella le pregunta sobre esa situación. De allí en adelante comienza la aventura amorosa entre estos dos personajes con una particularidad: en la oficina ella es la que manda, y en la intimidad ese trabajo es de él.

Babygirl obtuvo una puntuación de 80 sobre 100 en el portal Metacritic.com, especialmente por el conciso planteamiento del conflicto de la protagonista y su sexualidad.

“La ambición de la película no es sólo alimentar el motor del thriller, sino capturar algo genuino sobre la experiencia erótica de las mujeres en la era del control”, reseñó la revista Variety. “Nicole Kidman y Harris Dickinson son excelentes en el papel de estos combatientes carnales, cada uno de sus personajes compitiendo por el control”, resaltó Screen Daily.

Y en lo que algunos medios que reseñan el filme coinciden es que va a generar discusiones al salir de la sala de cine. Eso seguramente ocurrirá.