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miércoles, enero 8, 2025

Los centros de salud, un oasis para los haitianos en República Dominicana

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Los centros de salud se han convertido en un oasis para los haitianos en República Dominicana, donde pueden recibir tratamiento médico sin miedo a ser deportados por las autoridades migratorias, que han incrementado las redadas tras el anuncio del Gobierno de que expulsará a 10.000 inmigrantes indocumentados semanalmente.

Yolanda, de 22 años, viste un jersey navideño rojo, con renos, copos de nieve y muñecos de nieve. Embarazada de ocho meses, se encuentra en un hospital dominicano cerca de la frontera con Haití para un chequeo médico. Ella es haitiana.

“Suenas bien”, dice el médico, animándola, mientras realiza la ecografía. La joven sonríe por primera vez desde que entró a la oficina.

Es su segundo embarazo, el primero fue cuando tenía 18 años. Luego fue al mismo hospital. “Nací aquí, pero soy haitiana”, dice a Efe.

En la sala de espera, la mayoría de los pacientes, al parecer, también son del país vecino.

El médico dominicano que la atendió, no identificado por precaución, explica a Efe que “el problema extranjero es un problema nacional” porque los hospitales públicos de todo el país, que aceptan pacientes no asegurados, “están llenos de extranjeros”.

“Pero en la frontera es peor, al estar tan cerca, el 90% de los pacientes que atendemos aquí son extranjeros (…) Son pacientes que ya vienen sin chequeos, con muy mala alimentación, sin suplementos vitamínicos, entonces las patologías que presentan son grave”, se lamenta.

A veces llegan en serio, “pero a tiempo”, celebra, lo que ha permitido disminuir drásticamente las muertes maternas, con transfusiones de sangre o traslados a UCI en hospitales con más recursos.

“La inmigración es realmente un problema político y los médicos están llamados a atender a los pacientes sin importar raza, religión o estatus migratorio, para eso estamos aquí”, recuerda.

Deportaciones diarias

En el punto fronterizo de Dajabón todo luce diferente. Es viernes, día de mercado, y con la apertura de las puertas de acceso a República Dominicana a las 8 de la mañana cientos de haitianos se apresuran con cestas, carretillas y calderos para adquirir productos que escasean en su país.

El mercado binacional está rodeado de fuerzas de seguridad dominicanas, que sólo permiten pasar los controles a quienes tienen permiso de trabajo. El resto se dirige principalmente a la zona de abarrotes, donde se venden plátanos, huevos, verduras y arroz, que cargan y llevan al otro lado de la frontera antes de que las autoridades cierren las puertas, puntualmente, a las 5 de la tarde (22:00 GMT). ).

Todos tienen prisa, incluidas las autoridades migratorias, que faltando cuatro minutos llegan con una camioneta llena de haitianos, abren la puerta enrejada del vehículo y los deportados comienzan a salir, “60 hombres”, dice una funcionaria, en su en su mayoría jóvenes.

A finales de noviembre, el presidente dominicano, Luis Abinader, afirmó que la situación “sin precedentes” de inseguridad en Haití les hizo continuar con su plan de deportaciones masivas iniciado en octubre.

Según datos de la Dirección General de Migración, del 1 de octubre al 9 de diciembre República Dominicana ha deportado a 76.000 personas, la gran mayoría de ellas haitianas. Organizaciones de derechos humanos critican que estas expulsiones se lleven a cabo en un país sumido en la pobreza y la violencia por parte de bandas armadas.

Uno de los lugares que suelen elegir los servicios de inmigración para captar a los haitianos es la entrada a los centros de salud.

Elena, de 26 años, cuenta a Efe que, cuando eso pasa, espera a que se vayan. A veces, si vigilan el lugar por la mañana, hay que esperar hasta la tarde para acudir a consulta. “Cuando se fue, yo ya vine al hospital”, dice en un español entrecortado esta haitiana casada con un dominicano.

Está en un hospital de una ciudad fronteriza para su primer control de embarazo. Está esperando su quinto hijo.

“Haití pasa por muchas calamidades, y por eso todos los haitianos vienen pa’ca (aquí)”, recuerda.

Los hospitales, un refugio ante las deportaciones

Ante las informaciones de que algunas haitianas dan a luz en sus casas por miedo a las deportaciones, personal médico de varios hospitales consultados por EFE insisten en que nunca rechazan el ingreso de una paciente.

“No existe ningún tipo de xenofobia hacia ningún tipo de raza, color, idioma. Todos son tratados por igual, aquí vienes y no tenemos una habitación específica, sino una sala común”, afirma enfáticamente el director de un hospital fronterizo, que mantiene el anonimato.

Explica que los libros de registro del centro muestran la “alta incidencia de nacionales haitianos” y subraya que nunca se rechaza a un paciente por falta de espacio. Lamenta que muchas veces las mujeres haitianas embarazadas son “cajas de sorpresas” cuando llegan al parto sin controles previos.

Una enfermera de otro centro, con 29 años de experiencia, insiste a EFE en que tienen “servicio para todos”, y de forma gratuita.

“Además de tener trabajo, sabes que la parte humanitaria es tu responsabilidad. Haití es un pueblo muy pobre, no le voy a negar la cita (…) a una madre, si (…) el niño tiene fiebre”, afirma.

“No dejo que una morena, si está embarazada, me deje sin una vitamina. Y también tengo unos jefes que me dicen: ‘Bueno, a veces dicen que no se lo des a alguien, que no lo suministres porque hay poco, pero tú sabes que hay que dárselo a alguien’. Hijas mías, los mayores decimos una cosa y nosotras hacemos otra’”, afirma.


Fuente Informativa

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