Cuando pensamos en tornados, a menudo nos vienen a la mente imágenes de caos en zonas urbanas o rurales pobladas. Sin embargo, estos fenómenos naturales tTambién pueden afectar zonas deshabitadas, como lo demuestra el reciente descubrimiento de un tornado en el desierto australiano de la llanura de Nullarbor.
Este evento, ocurrido hace 2 años, fue identificado recientemente gracias al análisis de imágenes satelitales y datos meteorológicos históricos.
El hallazgo, publicado en el Journal of Southern Hemisphere Earth Systems Science, destaca tanto el poder destructivo de la naturaleza como el papel crucial de la tecnología a la hora de desentrañar acontecimientos invisibles a simple vista.
El descubrimiento inesperado
A principios de este año, Un hombre que revisaba imágenes de satélite en Google Earth para buscar cuevas en la llanura de Nullarbor descubrió algo inusual. En lugar de formaciones subterráneas, encontró una cicatriz alargada en el suelo, que serpenteaba de este a oeste. Esta marca no era una línea recta: incluía curvas, inclinaciones y un marcado giro en forma de “V”, asemejándose al dibujo infantil de un pájaro en vuelo.
La llanura de Nullarbor, una vasta y árida extensión que se extiende por el sur de Australia, parecía el último lugar para un evento de este tipo. Sin embargo, el descubrimiento pronto llamó la atención de investigadores de la Universidad Curtin en Perth.
Después de analizar imágenes históricas de satélite y registros meteorológicos, los científicos concluyeron que La cicatriz había sido creada por un tornado que pasó por la región entre el 16 y el 18 de noviembre de 2022.
Las marcas del tornado
Los tornados, incluso en terrenos deshabitados, dejan huellas visibles en el paisaje. La cicatriz en la llanura de Nullarbor, todavía presente 18 meses después del suceso, Tenía 11 kilómetros de largo y entre 160 y 250 metros de ancho.
El equipo de investigación encontró patrones característicos llamados “marcas cicloidales”, una serie de bucles oscuros formados por los vórtices de succión del tornado. Estas marcas proporcionaron pistas clave sobre la intensidad y dirección del fenómeno.
A partir de estas observaciones, los investigadores yEstimaron que el tornado tenía categoría F2 o F3 en la Escala Fujita, que indica vientos superiores a los 200 kilómetros por hora. Además, determinaron que el fenómeno duró entre 7 y 13 minutos, desplazándose hacia el este mientras giraba en el sentido de las agujas del reloj.
Aunque el estudio proporciona pruebas convincentes, algunos meteorólogos han cuestionado la exactitud de ciertas conclusiones. John Allen, meteorólogo de la Universidad Central de Michigan, dijo que aunque las marcas cicloidales confirman la presencia de un tornado, la ausencia de estructuras dañadas o testigos dificulta evaluar con precisión su intensidad.
Los tornados de categoría F2 o F3 son poco comunes en Australia y generalmente están asociados con tormentas severas de larga duración. Sin embargo, el estudio se basó exclusivamente en las huellas dejadas en el terreno, lo que deja lugar al escepticismo.
Este descubrimiento destaca el potencial de las imágenes satelitales como herramienta para el estudio de fenómenos meteorológicos en zonas remotas y deshabitadas. Aunque los tornados en zonas rurales suelen pasar desapercibidos, su análisis es esencial para comprender los patrones climáticos extremos.
La capacidad de detectar eventos como este podría ayudar a mejorar los modelos de predicción del tiempo, proporcionando una mayor preparación para eventos severos en cualquier parte del mundo.
El tornado de Nullarbor Plain es un claro recordatorio de la imprevisibilidad y el poder de la naturaleza. Como señaló Matej Lipar, autor principal del estudio, en un artículo para The Conversation: “Los fenómenos meteorológicos extremos pueden ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento, a veces sin que nos demos cuenta”.
Este hallazgo no sólo amplía el conocimiento sobre la actividad de los tornados en Australia, sino que también resalta la importancia de seguir investigando el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos, incluso en los paisajes más desolados.
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