En muchas cocinas, hay electrodomésticos que siguen consumiendo energía sin que los usuarios lo noten. Uno de los más comunes es el horno de microondas, que, aunque parezca apagado, sigue utilizando electricidad. Este consumo silencioso puede incrementar la factura de luz y provocar un gasto innecesario de energía a lo largo del mes.
Y es que aunque muchos creen que no usar el microondas basta para evitar el gasto eléctrico, la realidad es distinta.
Este aparato, presente en casi todos los hogares, mantiene activos algunos de sus componentes internos incluso cuando no está en funcionamiento. Elementos como el reloj digital y el panel de control electrónico siguen recibiendo energía en modo de espera (stand-by), generando un consumo continuo que, aunque bajo en apariencia, entre 2 y 5 vatios por hora, termina sumando en la factura mensual.
Dejar el microondas conectado de forma permanente implica más que solo un consumo innecesario de energía. Según técnicos especialistas, esta práctica también puede afectar el rendimiento del aparato a largo plazo.