Casi 30 personas también fallecieron en tierra.
Cada vez que Aryan Asari oía el sonido de un avión, salía corriendo de casa para verlo.
Avistar aviones era una especie de pasatiempo para él, contó su padre, Maganbhai Asari. A Aryan le encantaba el rugido del motor que llenaba el aire y que luego se hacía más fuerte a medida que el avión volaba sobre él, dejando tras de sí estelas de condensación en el cielo.
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