Cada año se invierte, produce, investiga y crea más empleo en energías renovables. En solo una década, su crecimiento ha sido impresionante. En 2004, la potencia mundial instalada era de 85 gigavatios (GW). Y, en 2014, según los últimos datos aportados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sin contar las grandes centrales hidroeléctricas, la cifra subió a los 660 GW. Además, el informe Global Trends in Renewable Energy Investment 2015, realizado en conjunto por PNUMA y la Frankfurt School of Finance & Management, señala que en 2014 volvió a crecer la inversión en el sector, tanto de forma global –270.000 millones de dólares– como en I+D –11.700 millones–. Todo ello facilita que 6,5 millones de personas trabajen directa o indirectamente en este campo.
Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA, afirmó en la presentación del informe que “las renovables son un componente indispensable de la matriz energética mundial y su importancia no hará más que aumentar a medida que los mercados maduren, los precios de la tecnología sigan cayendo y la necesidad de frenar las emisiones de carbono se haga cada vez más urgente”.
No obstante, las fuentes de energía alternativa viven un momento de transición protagonizado por la incertidumbre política ante la disminución generalizada de incentivos públicos en los países desarrollados, los problemas estructurales en el sistema eléctrico y la reciente caída de más del 50 % de los precios del crudo.
Megavatios bio
Udo Steffens, presidente de la Frankfurt School, considera probable que “el precio del petróleo solo reduzca la confianza de los inversores en algunas partes del sector, como la energía solar en los países exportadores del crudo y los biocarburantes en la mayor parte del mundo”. Sin embargo, Steffens añade que “el combustible fósil y las renovables no compiten directamente por los dólares invertidos en energía. Por eso, los sectores eólico y solar deberían seguir floreciendo, sobre todo, si siguen reduciendo los costes por megavatio/hora”.
En el caso de la eólica en España, en 1991 había una potencia instalada de 11,6 megavatios (MW). Cuando en 1999 se presenta el Plan de Fomento de las Energías Renovables, ya contaba con 900 MW y se le pronosticaban 9.000 para 2010. A pesar del frenazo sufrido en los últimos años –en 2014, solo se instalaron 27,50 MW–, la Asociación Empresarial Eólica sitúa en 22.986 MW la cifra actual. Así, nuestro país ocupa el cuarto puesto en producción, tras China, Estados Unidos y Alemania.
Con China a la cabeza
El gigante asiático, como en tantos otros sectores, se ha encaramado en los últimos años a los primeros puestos. Lidera también la hidroeléctrica y la solar térmica, con la mayor inversión, año tras año, a nivel global. En 2014, superó los 83.300 millones de dólares, más del doble de lo destinado por Estados Unidos –38.300 millones–. El informe del PNUMA y la Frankfurt School destaca que, junto a China, EE. UU. y Japón, entre los diez principales inversores se encuentran Brasil, la India, Sudáfrica, Chile, Kenia, México y Turquía. Esto denota “una rápida expansión de las energías renovables en los mercados del sur en desarrollo”.
Otro estudio, titulado Renewables 2014. Global Status Report, de la Renewable Energy Policy Network for the 21st Century (REN21), menciona que “Uruguay, Mauritania y Costa Rica se sitúan entre los países líderes en términos de inversión por unidad de PIB destinada a electricidad y combustibles a partir de nuevas fuentes renovables”.
Sin contar la energía hidroeléctrica y sus 1.000 GW, la eólica es la que cuenta con mayor capacidad instalada en todo el mundo. Los datos del trabajo de REN21 no recogen los 100 GW nuevos estimados para 2014, pero dibujan el escenario exacto de la capacidad eléctrica en 2013: 318 GW de eólica, 139 GW de fotovoltaica, 88 GW de biomasa, 12 GW de geotérmica y 3,4 GW de solar termoeléctrica.
Es la electricidad que se aprovecha en los grandes embalses la que, con sus 1.000 GW, consigue que las renovables alcancen el 26,4% de la capacidad eléctrica mundial instalada y que en 2013 el crecimiento de los megavatios verdes fueran mayoría (53 %) frente a los derivados de los combustibles fósiles y de las nucleares. En España, según Red Eléctrica, las renovables en su conjunto aportaron en 2014 el 42,8 % de la producción eléctrica total, hidráulica incluida (15,4 %), lo que las sitúa en el primer puesto, seguidas de la nuclear (21,9 %), el gas (18,9 %) y el carbón (16,4 %).
Más madera
La hidráulica, en especial la procedente de grandes embalses con centrales eléctricas que superan los 10 MW y que suponen la mayoría de la producción, ha sido cuestionada en determinadas ocasiones por su presencia entre esta categoría, debido al impacto ambiental que provocan las grandes presas. Lo cierto es que las hidráulicas explotan un recurso, el agua, que sí es renovable, con independencia de su escasez en determinados momentos y de las malas previsiones de disponibilidad por los efectos del cambio climático.
En el apartado térmico, esto es, la generación de calor, destacan los 326 GW de la solar, si tenemos en cuenta lo complicado de aislar datos de la biomasa asociada a la quema de leña, madera y residuos orgánicos en países en desarrollo. De todas maneras, la aportación de la biomasa tiene un peso reseñable, pues participa con un 10 % en la producción mundial de calefacción y agua caliente sanitaria. Hay países como Suecia e Islandia que superan con creces esta cuota, al sobrepasar el 60 %. No hay que desdeñar, por lo tanto, la importancia mundial de la renovable más antigua: el fuego fue la primera energía aprovechada directa y conscientemente por el hombre para calentarse y cocinar.
De acuerdo con los datos de REN21 sobre el suministro de energía primaria para su consumo final, los combustibles fósiles se llevan un 78,4 %; la nuclear, un 2,6 %; y las renovables, un 19 %. De esta última cuota, la biomasa obtiene el 14 %; la hidroeléctrica, el 3,8 %; y la solar y otras tecnologías, el 1,2 %. Es decir, más de las tres cuartas partes del mix renovable procede de la biomasa sólida, los biocombustibles líquidos –bioetanol y biodiésel– y el biogás. Pero, como advierten la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) o la Agencia Internacional de la Energía, “la mayoría es en forma de biomasa tradicional ineficiente, utilizada para cocinar y calefaccionar en los países en desarrollo”.
En el transporte, son el biodiésel y el bioetanol los encargados de aportar la cuota verde del gasto energético. La producción en 2013 fue de 116.000 millones de litros y cubrió en torno al 3 % del consumo en todo el mundo. Estados Unidos y Brasil –dos grandes productores de bioetanol de maíz y caña de azúcar, respectivamente–, junto con Europa, protagonizan un porcentaje de incorporación que supera el 5 %.
Otra opción dentro de este grupo son los biocarburantes avanzados o de segunda generación, es decir, aquellos que se producen con residuos orgánicos –agrícolas, forestales y urbanos– y microalgas. En la actualidad, excepto los procedentes de aceites vegetales usados y grasas animales, esta nueva generación aún no ha alcanzado el suficiente grado de madurez industrial para sustituir el biodiésel y el bioetanol.
Una vez expuesto el panorama actual, queda preguntar por el futuro. ¿Están capacitadas las renovables para afrontar el cien por cien del suministro de energía mundial y borrar del mapa a los combustibles fósiles y la energía nuclear? Greenpeace es la ONG que más esfuerzos dedica para que esto sea posible. En su informe Energía 3.0, publicado en 2011, exponía en ochocientas páginas que en España, país que depende en más de un 70 % de combustibles fósiles no autóctonos, es técnica y económicamente posible poner en marcha un sistema energético basado en “inteligencia, eficiencia y renovables”. Si se llevaran a la práctica las medidas propuestas por esta organización ambientalista, “en el año 2050, se podría reducir un 55 % el consumo, con emisiones cero de CO2 y con un ahorro de más de 200.000 millones de euros al año”.
En marzo de 2015, sesenta académicos canadienses de diferentes disciplinas, desde la ingeniería a la sociología, publicaron Action on Climate Change. Solutions from Canadian Scholars, un provocador estudio en el que ven posible que Canadá cubra, en 2035, todas sus necesidades eléctricas con renovables si se apuesta por una economía baja en carbono.
La necesidad de luchar contra el cambio climático, de apurar al máximo la eficiencia energética y ajustar la galopante rentabilidad de las fuentes alternativas hacen que propuestas como las de Greenpeace y los académicos canadienses suenen cada vez menos a meras quimeras. No es, desde luego, una utopía para ocho países, 55 ciudades y 58 regiones que cubren ya sus necesidades energéticas al 100 % con renovables en todos o algunos de los sectores demandantes –electricidad, calor/frío y transporte– o se han marcado objetivos para conseguirlo en las próximas décadas, según informan desde la iniciativa Go 100 % Renewable Energy, impulsada por el Renewables 100 Policy Institute de Estados Unidos.
La carrera por llegar al 100
En el primer caso, han conseguido ya su objetivo lugares tan dispares como el archipiélago Tokelau, en Nueva Zelanda; comunidades rurales de Bangladés y Filipinas; y ciudades europeas, entre otras, Brunico (Italia), Güssing (Austria), Dardesheim (Alemania) y la isla de Lolland (Dinamarca). Este último país está entre los más decididos a dar el salto al 100 % renovable. Su primera ministra, Helle Thorning- Schmidt, declaraba lo siguiente al poco tiempo de tomar posesión de su cargo: “Vamos a establecer el ambicioso objetivo de que la electricidad y todo el suministro de calor proceda de energías ecológicas en 2035”. Otro Estado nórdico, Islandia, se acerca ya al número mágico en electricidad y térmica gracias a la combinación de hidroeléctrica y geotermia.
En lo que atañe a nuestro país, la lista incluye a la isla de El Hierro (Canarias), cuyo objetivo está a punto de convertirse en realidad. El 27 de junio de 2014, se pusieron en marcha los cinco aerogeneradores de 2,3 MW de potencia cada uno que forman parte de la central hidroeólica Gorona del Viento. El sistema conectará dos depósitos de agua, un parque eólico, una central de bombeo (6 MW) y una central hidroeléctrica (11,30 MW) para cubrir la totalidad de la demanda energética de la isla.
Pero la combinación hidráulica-eólica de El Hierro no es la única novedad tecnológica que hace de Canarias un modelo a seguir. En marzo de este año, la multinacional española Gamesa y la francesa Areva crearon Adwen, una empresa que desarrolla actividades de diseño, fabricación, instalación, puesta en marcha y operación y mantenimiento de turbinas offshore, molinos para instalar en el mar. Ya fabrican gigantes de 5 MW, pero está previsto que el más grande del mundo, de 8 MW, se pruebe y certifique en el puerto de Arinaga (Gran Canaria).
Un récord ibérico
En septiembre de 2014, los responsables de Gamesa dieron a conocer que su prototipo offshore de 5 MW y 128 metros de rotor instalado en el muelle de Arinaga había batido el récord mensual de producción de un aerogenerador en España: 3.136 megavatios hora (MWh), la energía necesaria para abastecer a más de 10.800 familias.
La tecnología eólica y su desarrollo marino reflejan de manera palpable la revolución de las renovables en España y en el resto del mundo. La instalación de grandes turbinas de 5 y 6 MW deja casi en la prehistoria tecnológica las de 300 a 400 kW que se implementaron en los años ochenta y noventa del pasado siglo en Tarifa (Cádiz), Granadilla (Tenerife) y La Muela (Zaragoza). Es decir, que una sola turbina de gran potencia actual equivale a casi veinte de hace treinta años.
Que nuestro país sea un líder mundial en este campo ha permitido que empresas como Gamesa y Vortex y organismos de investigación como el Centro Nacional de Energías Renovables y el Instituto Tecnológico de Canarias se posicionen como referentes de la industria a escala mundial. Vortex acaba de abrir una filial en Boston (EE. UU.) para promocionar un revolucionario aerogenerador sin palas. Está basado en una tecnología de vibración inducida por el viento al entrar en resonancia en un cilindro vertical semirrígido y anclado en la tierra.
España también tiene mucho que decir en fotovoltaica y termoeléctrica. En este último caso, no se produce electricidad directamente desde los paneles –como sí ocurre con la fotovoltaica–, sino que estos reflejan y concentran en un punto de una torre una gran cantidad de luz solar que se convierte en calor. A continuación,acciona un motor o calienta un fluido a través de captores cilindro-parabólicos. Al final, llega a una central que produce la electricidad. La Plataforma Solar de Almería, perteneciente al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), es líder mundial en este campo, ya que allí se han desarrollado y probado muchas de las tecnologías termoeléctricas que hoy funcionan en el mundo.
Normativa nubosa
A pesar del escaso papel que aún juega la termoeléctrica solar en el cóctel renovable global, con sus 3,4 GW instalados dentro de los 1.560 GW totales, España ocupa la primera posición del ranking. Exactamente, de esos 3.425 MW, casi 2.300 corresponden a nuestro país y 800 a Estados Unidos, donde también trabajan, instalan y gestionan empresas españolas como Abengoa y Acciona.
Donde hemos perdido puestos es en solar fotovoltaica, tecnología que, junto a la biomasa, más ha sufrido el progresivo recorte de incentivos. Somos uno de los países que menos crece en este terreno (ocupamos el sexto puesto mundial, según el último informe de REN21), mientras que un lugar con menos horas de luz y radiación solar, Alemania, ocupa el primer puesto y multiplica por siete los números españoles: 35.000 MW frente a 5.000 MW.
Después de que las medidas legislativas pararan en seco la construcción de nuevas centrales y huertos fotovoltaicos, la esperanza se ha puesto en las instalaciones sobre techo, sea en viviendas, centros de ocio o zonas industriales. Esto potenciaría la generación distribuida y favorecería directamente a los consumidores, que se convertirían también en productores.
Fuente :MuyInteresante.com