Estados Unidos «renunció a jugar el partido» de la fabricación de chips hace años, lo que ha permitido que China y otros focos de producción en Asia tomaran gran ventaja. Así me lo contó Gina Raimondo, entonces Secretaria de Comercio estadounidense, en una entrevista en 2021.
Cuatro años después, los chips siguen siendo un campo de batalla en la carrera entre Estados Unidos y China por la supremacía tecnológica, y el presidente Donald Trump, quiere ahora impulsar a toda velocidad un proceso de fabricación altamente complejo y delicado que a otras regiones les ha llevado décadas perfeccionar
Trump sostiene que su política arancelaria «liberará» la economía estadounidense y traerá empleos a casa, pero algunas de sus mayores empresas llevan tiempo enfrentando la falta de trabajadores cualificados y productos de baja calidad en sus fábricas estadounidenses.
Entonces, ¿qué hará Trump de manera diferente? En un mundo en que Taiwán y otras partes de Asia parecen tener la receta del éxito en la fabricación de chips, ¿puede siquiera producirlos Estados Unidos? ¿Y a la escala suficiente?