lunes, diciembre 8, 2025

Científicos identifican los genes que conectan la conducta de los perros con ansiedad, sensibilidad e inteligencia humanas

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La genética del comportamiento suele presentarse como un terreno lejano o técnico, pero esta vez la historia involucra a un protagonista familiar: el golden retriever. Un equipo de la Universidad de Cambridge analizó su conducta y su ADN para entender por qué algunos son tranquilos, otros miedosos y otros aprenden con rapidez.

El resultado mostró que ciertos genes que moldean la vida emocional de estos perros están ligados a rasgos como la ansiedad, la sensibilidad o la inteligencia en humanos. La investigación abre una ventana a cómo las emociones y los comportamientos podrían tener raíces compartidas entre especies que conviven desde hace miles de años.

El hallazgo que une a personas y perros

Los investigadores trabajaron con más de 1.300 golden retrievers del Golden Retriever Lifetime Study, un proyecto de seguimiento a largo plazo que recopila información detallada sobre salud, entorno y comportamiento. Usaron un cuestionario estandarizado que evalúa 14 rasgos, desde el miedo a desconocidos hasta la agresión hacia otros perros, pasando por problemas de separación o facilidad para el adiestramiento.

Los científicos descubrieron que varios de estos rasgos tienen un componente genético fuerte, y que ciertos genes actúan como pequeñas piezas que moldean la manera en que cada perro enfrenta el mundo.

El estudio confirma que muchos comportamientos caninos reflejan predisposiciones emocionales, no falta de educación. Fuente: Pixabay.

Al comparar estos genes con sus equivalentes humanos ocurrió algo inesperado: muchos coincidían con regiones asociadas a ansiedad, depresión, sensibilidad emocional o incluso desempeño cognitivo. Según los autores, esto no significa que perros y personas compartan comportamientos idénticos, sino tendencias emocionales que se expresan de forma distinta en cada especie. La idea central es que el origen de conductas muy diferentes podría encontrarse en mecanismos biológicos comunes.

Esta perspectiva permite entender mejor por qué algunos perros reaccionan con temor o irritación incluso en ambientes que parecen seguros. En vez de atribuirlo simplemente a mala educación, los genetistas proponen considerar que ciertas respuestas conductuales pueden venir de predisposiciones internas. Esta visión ayuda a interpretar el comportamiento canino como parte de un continuo biológico que también incluye a los humanos.

Qué hicieron exactamente los científicos

Para identificar los genes implicados, los investigadores realizaron 14 estudios de asociación genética (GWAS), un tipo de análisis que revisa el genoma completo en busca de variantes más frecuentes en perros con un rasgo concreto. La ventaja de estudiar una sola raza es que su genética es más uniforme, lo que facilita detectar señales relacionadas con el comportamiento. El equipo halló 21 regiones del genoma vinculadas a ocho rasgos conductuales, entre ellos miedo social, agresión, energía y trainability.

A partir de estas regiones identificaron 18 genes candidatos. Luego cruzaron esa información con una gran base de datos de estudios humanos que analiza miles de rasgos psicológicos y cognitivos.

Allí encontraron que 12 de esos genes también estaban relacionados con características emocionales como irritabilidad, tendencia a preocuparse, depresión o sensibilidad ante críticas. Este cruce permitió confirmar que el vínculo entre comportamiento canino y rasgos humanos era estadísticamente robusto.

Los autores remarcan que estos genes no dictan una conducta exacta, sino que influyen en ámbitos más amplios como regulación emocional o respuesta al estrés. En otras palabras, el gen no hace que un perro sea agresivo, sino que lo vuelve más propenso a experimentar frustración o tensión ante determinados estímulos. Esa predisposición, combinada con el entorno, puede derivar en comportamientos visibles en el día a día.

La facilidad para el adiestramiento está vinculada a genes que también afectan la sensibilidad emocional humana.
La facilidad para el adiestramiento está vinculada a genes que también afectan la sensibilidad emocional humana. Fuente: Pixabay.

Genes clave y lo que significan para la conducta

Uno de los genes destacados es PTPN1, relacionado en golden retrievers con agresión dirigida a otros perros. En humanos aparece asociado a inteligencia, rendimiento cognitivo y riesgo de depresión. La coincidencia sugiere que este gen participa en procesos que regulan la reactividad emocional y la forma en que se procesa la información.

Otro ejemplo es ROMO1, que el estudio vincula a la facilidad para aprender nuevas tareas. En personas se asocia a funciones cognitivas y sensibilidad emocional. Esto refuerza la idea de que la capacidad de entrenamiento no se reduce a obediencia, sino que depende también de cómo el perro gestiona sus emociones durante el aprendizaje. Adiestrar eficazmente implica considerar esta dimensión emocional, no solo reforzar conductas.

El estudio también identificó genes relacionados con miedos específicos. Perros que sienten temor frente a ruidos, vehículos o estímulos desconocidos suelen portar variantes que, en humanos, se relacionan con ansiedad, irritabilidad o tendencia a consultar por nervios.

Saber esto puede cambiar la mirada de los dueños, porque ciertas reacciones no son caprichos sino señales de una sensibilidad interna más profunda.

Implicaciones para la convivencia, el adiestramiento y la salud mental

Comprender que parte del comportamiento canino tiene raíces genéticas no disminuye la importancia de la educación o el ambiente; la refuerza. Si un perro nace con una sensibilidad mayor, situaciones que para otros son neutras pueden resultarle abrumadoras. Reconocer esta predisposición permite ajustar el entrenamiento, reducir la exposición a estímulos estresantes y mejorar su bienestar emocional.

Los investigadores explican que interpretar ciertos problemas como falta de disciplina puede llevar a intervenciones erróneas. En cambio, si se entiende que detrás hay un estado emocional vulnerable, las estrategias de manejo se vuelven más empáticas y efectivas.

Esto puede implicar sesiones de desensibilización más graduales, rutinas más predecibles o incluso apoyo farmacológico en casos de miedo intenso. El objetivo es atender la raíz del problema, no solo la conducta visible.

El estudio también ofrece una lección para la psiquiatría humana: genes con efectos pequeños y difíciles de detectar en personas se revelan más claramente en perros, donde el entorno es más estable y la variabilidad genética menor. Los perros pueden servir así como modelo para priorizar genes relevantes en salud mental y acelerar futuras investigaciones.

Comprender estas bases genéticas permite entrenar, cuidar y convivir con los perros de forma más empática.
Comprender estas bases genéticas permite entrenar, cuidar y convivir con los perros de forma más empática. Fuente: Pixabay.

Lo que revela sobre nuestra relación con los perros

La investigación demuestra que la convivencia entre humanos y perros va más allá de compartir espacios; también compartimos parte de la biología que moldea emociones y comportamientos. Esta constatación ayuda a mirar la conducta canina con mayor comprensión, especialmente cuando surge miedo, estrés o dificultad para adaptarse.

Las conclusiones no sugieren que los perros experimenten los mismos trastornos que los humanos, sino que algunos mecanismos que gobiernan la sensibilidad, la reactividad o la capacidad de aprendizaje están presentes en ambas especies.

Esto invita a repensar la forma en que interpretamos sus respuestas, sobre todo cuando parecen desproporcionadas o “incomprensibles”. Ver el comportamiento a la luz de su biología permite ajustar expectativas y mejorar la relación.

A futuro, los autores prevén que este tipo de estudios crecerá y podría ayudar a desarrollar herramientas más precisas para evaluar el bienestar del perro, diseñar programas de adiestramiento más personalizados e incluso orientar la cría responsable. El mensaje final es que entender la genética del comportamiento no solo explica diferencias entre perros, sino que también ilumina aspectos fundamentales de nuestra propia psicología.

Referencias

  • Alex, E., Gennotte, P., Morros Nuevo, A., Yu, Y., Keep, B., Sullivan, M., … & Raffan, E. (2025). GWAS for behavioral traits in golden retrievers identifies genes implicated in human temperament, mental health, and cognition. Proceedings of the National Academy of Sciences122(48), doi: 10.1073/pnas.2421757122

🌐Fuente🔗

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