Keith Kellogg asumió el papel de enviado especial del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para abordar la situación en Ucrania y Rusia. Su nombramiento genera cautas expectativas en Ucrania, que valora su voluntad de llegar a acuerdos, aunque persisten las preocupaciones por la falta de garantías de seguridad ante la agresión rusa.
Kellogg, quien fue jefe de gabinete del Consejo de Seguridad Nacional durante el primer mandato de Trump, impulsa un plan que busca congelar el conflicto en las líneas de batalla actuales-
Esto excluye a Ucrania de la OTAN, ofrece más armas a Kiev y contempla una reducción de las sanciones contra Moscú a cambio de un acuerdo de paz, señala Efe.
La plataforma ucraniana Perspectiva de fronteligencia destacó la postura de Kellogg contra el apaciguamiento de Rusia, calificándola un aliado razonable para Ucrania.
Su apoyo a los ataques con misiles ATACMS de Estados Unidos refuerza esta percepción, fortaleciendo la posición negociadora de Estados Unidos frente al Kremlin.
Analistas como Volodímir Fesenko y Oleksí Melnik coinciden en que, aunque el plan tiene puntos favorables, no aborda suficientemente las garantías Seguridad necesaria para Kyiv, indica Efe.
Según Melnik, un acuerdo que no incluye la adhesión de Ucrania a la OTAN ni una fuerte presencia militar internacional podría dejar al país vulnerable a futuros ataques rusos.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha demostrado una voluntad de soluciones diplomáticas que busquen detener la fase activa del conflicto, aunque enfatiza la necesidad de fortalecer la defensa nacional.
Mientras tanto, destaca Efe, los expertos señalan que Rusia, bajo el liderazgo de Vladimir Putin, sigue decidida a desestabilizar a Ucrania, lo que complicaría cualquier intento de alcanzar un acuerdo duradero.
La posibilidad de un “plan B” que combine un aumento significativo de la ayuda militar a Ucrania y medidas más estrictas contra las exportaciones de petróleo rusas podría ser clave para ejercer presión sobre Moscú.
Melnik subrayó que Occidente todavía tiene herramientas para influir en el curso del conflicto, mientras Ucrania busca fortalecer su posición y garantizar su seguridad territorial.
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