Fleur Hassan-Nahoum, enviada especial para el comercio y la innovación de la llamada Ciudad Santa, habla del proceso para empoderar a la juventud árabe
Israel.- Una mujer en la ciudad de Jerusalén, la más grande y diversa de Israel, ha allanado el camino para que jóvenes árabes y ultraortodoxos tengan un futuro prometedor en un ámbito laboral que tiene la tecnología como una de sus mayores apuestas.
Fleur Hassan-Nahoum, enviada del Ministerio de Asuntos Exteriores para Comercio e Innovación y ex vicealcaldesa de la Ciudad Santa, explicó durante una entrevista esta semana con periodistas de medios hispanos, las iniciativas que ha venido impulsando durante los últimos 10 años y los desafíos que ha enfrentado para posicionar al municipio a la vanguardia del desarrollo tecnológico, así como los planes educativos destinados a empoderar a las comunidades minoritarias.
Con casi un millón de habitantes, el diez por ciento de los 10 millones de Israel, Jerusalén ha enfrentado dificultades para encontrar empleo para los miembros de sus dos minorías: la comunidad árabe y los ultraortodoxos. Pero durante su desempeño como vicealcaldesa, la política nacida en Londres y criada en Gibraltar, trabajó para desarrollar un entorno de innovación que no existía porque ese municipio, como ella misma definió, “era un lugar para turistas” y en el proceso sentó las bases para mejoras educativas a favor de estas comunidades.
“Aunque tenemos la mejor universidad del país (la Universidad Hebrea de Jerusalén), faltaba algo para que se convirtiera en la ‘nación startup’”, explicó durante el encuentro celebrado en las instalaciones de la YMCA, un lugar de encuentro entre cristianos, judíos y musulmanes, que también funciona como hotel.
Construyendo puentes
“Dediqué 10 años a crear vínculos en la universidad para desarrollar un ecosistema de alta tecnología y logramos duplicar los empleos en esa área. Hoy tenemos empresas enormes como Intel”, continuó.
Aunque la tecnología aún no se ha posicionado en primer lugar como creadora de empleo -la hostelería sigue siendo la que más trabajo genera-, impulsa nuevas iniciativas para construir industrias más potentes en ese campo.
De las áreas que tienen que ver con la tecnología, para Hassan-Nahoum las que más están emergiendo en Jerusalén son la tecnología de la salud y la biotecnología.
“La primera carne impresa que va a salir de un laboratorio va a salir de la Universidad Hebrea aquí en Jerusalén”, comentó emocionada.
El ex vicealcalde detalló que muchos beneficios económicos y fiscales se ofrecen para que una empresa abra en la Ciudad Santa.
“Porque queremos que se establezcan aquí [en Jerusalén]que tienen incentivos para emplear también gente aquí”.
Dijo que están aprovechando las ventajas que ya tiene la ciudad para construir las industrias más poderosas y estos movimientos han dado sus frutos. “Por ejemplo, tenemos biotecnología en el hospital, pero también tenemos la Universidad de Arte y Diseño más importante del país. Entonces lo que hicimos fue reunir a ingenieros de la Universidad Hebrea con artistas de Bezalel y crear un estudio de fábrica de animación”, dijo. “Siempre estamos pensando en formas creativas de utilizar los beneficios y ventajas que ya tenemos para crear mejores industrias”.
Inclusión de comunidades minoritarias
Durante los últimos cinco años, en su afán por crear nuevas oportunidades tanto para los árabes como para los ultraortodoxos, Hassan-Nahoum estableció un plan educativo para dotar de las herramientas necesarias a los jóvenes que no hablaban el idioma o habían interrumpido su educación.
Uno de los problemas que enfrentó es la baja representación en la fuerza laboral, particularmente de hombres ultraortodoxos y mujeres árabes.
“La gente piensa que es un problema religioso y político pero más que nada un problema social, ya que estas dos minorías tienen un porcentaje muy bajo de participación en el mundo laboral”, afirmó.
Explicó que en comparación con otros israelíes y árabes, que tienen hasta un 85% trabajando, los hombres ultraortodoxos se dedican a aprender textos judíos y del 49% que trabaja, sólo un tercio lo hace a tiempo completo.
Esto también afecta educativamente a los niños, ya que cuando cumplen 11 años -debido al sistema educativo ultraortodoxo- se frena su aprendizaje de matemáticas y otras materias.
“Y como no reciben educación, estos niños no tienen otra opción”. [sino quedarse dentro de su comunidad]”, subrayó.
Del lado árabe, precisó que los hombres están bastante integrados, pero las mujeres no ya que su sistema educativo sigue siendo el palestino y no se les enseña hebreo. “En otras palabras, cuando se gradúan a los 18 años, no pueden trabajar en la ciudad que podría darles la oportunidad de escapar de la pobreza”, dijo.
Según la política, los hombres árabes no tienen más opción que trabajar y encontrar empleo en la construcción, el sector hotelero o en el reparto de alimentos.
Por su parte, las mujeres empiezan a tener hijos bastante temprano y por eso cuando quieren salir a buscar trabajo tienen 29 años y a esa edad ya no aprenderán hebreo, agregó. “Entonces podemos tener una genio en matemáticas y ella trabaja cambiando camas porque eso es lo único que puede hacer sin el idioma”, indicó.
En respuesta a estos desafíos, se creó un sistema educativo alternativo para los ultraortodoxos en el que se trabajó en 7 meses para cerrar una “brecha” de 7 años educativos.
“Fue un desafío muy difícil de superar pero muchos de ellos están saliendo adelante porque es lo que quieren. También hicimos programas preuniversitarios intensivos para que los árabes aprendieran el idioma en 6 meses y pudieran hablar no sólo hebreo sino inglés”.
Hassan-Nahoum recordó una época en la que los jóvenes que se estaban graduando “corrían” a Tel Aviv, donde había un ecosistema y una economía muy fértiles.
“Ahora los centros de alta tecnología de las universidades retienen ingenieros en su tercer año de carrera y ya no se van”, concluyó. “Pudimos hacer algo bastante significativo”.
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