Las pandillas haitianas han intensificado sus acciones en zonas tanto rurales como urbanas fuera de Puerto Príncipe, consolidando su dominio en el Bajo Artibonito y expandiéndose hacia el centro del país y la franja limítrofe con República Dominicana. Todo esto ocurre mientras persiste la incertidumbre sobre el futuro de la misión internacional liderada por Kenia.
En los últimos días, grupos armados provocaron la pérdida de más de 40 personas en Labodrie, incendiaron una estación policial en Liancourt y lanzaron cócteles molotov contra un vehículo blindado en Kenscoff. Este último hecho dejó como saldo un agente que dejó de existir y otros dos que resultaron heridos, de acuerdo con la periodista Jacqueline Charles en el medio The Miami Herald.
Los hechos violentos han generado el desplazamiento forzoso de miles de haitianos, quienes se suman a los más de 1.3 millones de personas que ya han tenido que abandonar sus hogares por causa de la violencia. Este movimiento de población agrava la crisis humanitaria que afecta a diversas regiones del país caribeño.
La analista Vanda Felbab-Brown, del centro de estudios Brookings Institution, advirtió que los grupos armados “se han expandido hacia el Artibonito, la zona central y hasta la frontera con República Dominicana”, lo que incrementa los riesgos de seguridad compartida entre ambas naciones que conviven en la isla.
El presidente dominicano Luis Abinader reiteró que la comunidad internacional “ha abandonado a Haití”, y alertó que, en caso de confirmarse el retiro de las tropas kenianas en octubre, la crisis podría agravarse aún más, ejerciendo una presión adicional sobre la frontera binacional.
En respuesta, Estados Unidos ha promovido en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la creación de una Fuerza de Supresión de Pandillas con 5,500 integrantes. Sin embargo, todavía no se ha definido qué países estarían dispuestos a aportar tropas ni cuál sería la vía de financiamiento para sostener esa operación.
Las negociaciones enfrentan obstáculos, ya que China y Rusia han mostrado escaso compromiso en las discusiones, mientras que naciones como Panamá, El Salvador y Colombia han condicionado su colaboración a que se garantice respaldo financiero externo.
De manera paralela, Tom Fletcher, jefe humanitario de la ONU, recorrió un campamento en Puerto Príncipe que alberga a 5,000 desplazados, entre los cuales el 39 % corresponde a niños. Durante su visita denunció la insuficiente respuesta de la comunidad internacional. “Haití no está viviendo”, declaró, al pedir acciones urgentes para evitar un colapso mayor en el país.
Ante la expansión territorial de las pandillas hacia la zona limítrofe con República Dominicana y la falta de certezas sobre la misión internacional, el gobierno dominicano sigue de cerca la evolución de la situación. El desenlace de las negociaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU será determinante para la estabilidad en la frontera compartida.
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