la frase con la que Musk reconoció su mayor fracaso tecnológico
Durante una conferencia con accionistas a comienzos de año, Elon Musk hizo algo que rara vez ocurre: reconocer un fracaso. Frente a los micrófonos, el empresario admitió que los autos Tesla equipados con el hardware 3 (el cerebro tecnológico del vehículo) no podrán disfrutar plenamente del tan esperado sistema de conducción autónoma (FSD, por sus siglas en inglés).
El comentario fue directo, casi doloroso: “Tendremos que actualizar las computadoras de quienes compraron el Full Self-Driving. Será difícil y costoso, pero debemos hacerlo.”
Con esa frase, Musk rompió una ilusión que llevaba casi nueve años construyéndose. Desde 2016, Tesla viene promocionando su capacidad para ofrecer una conducción sin intervención humana. Miles de compradores pagaron hasta 12.000 dólares adicionales convencidos de que, algún día, podrían dejar que su vehículo los lleve por sí solo.
Sin embargo, la realidad parece otra: el hardware actual no da abasto y los modelos con esa versión necesitarán una actualización profunda para poder funcionar con la nueva generación del software.
Una promesa que se volvió un chiste interno
La conducción autónoma total es una de las obsesiones más conocidas de Musk. Cada año promete que está “a meses” de hacerse realidad, y cada año el plazo se posterga. Para los seguidores de la marca, el tema se ha convertido en un running gag: una especie de broma recurrente sobre el futuro que nunca llega.
En 2019, algo similar ya había ocurrido. Los dueños de autos con hardware 2.0 y 2.5 tuvieron que pagar un recambio al hardware 3 para mantener la promesa de compatibilidad con el FSD. Algunos usuarios, cansados de los retrasos, llevaron el caso a los tribunales bajo acusaciones de publicidad engañosa.
Ahora, la historia se repite. Quienes confiaron nuevamente en la palabra de Tesla enfrentan la posibilidad de otro reemplazo técnico, sin garantía de que esta vez sí llegue el ansiado “modo autónomo completo”.
Tesla frente a una tormenta legal y de reputación
El nuevo reconocimiento de Musk deja entrever una crisis interna. Según analistas del sector, Tesla podría verse forzada a invertir millones de dólares en actualizaciones de hardware para cumplir con sus compromisos contractuales. Un golpe económico nada menor para una compañía que, pese a su valor bursátil, enfrenta una competencia creciente en el terreno de los vehículos inteligentes.

Aunque Tesla ha aprendido de sus disputas legales pasadas, la amenaza de nuevas demandas por parte de consumidores insatisfechos es real. Si el Full Self-Driving sigue sin concretarse, no solo se pone en juego el bolsillo de la empresa, sino también su credibilidad tecnológica, el principal activo de la marca.
La situación podría incluso tener implicancias más amplias: la industria observa de cerca cómo Tesla maneja su transición hacia el hardware 4, la nueva plataforma que promete un salto de potencia y capacidad de procesamiento. Pero aun con esa actualización, el FSD sigue sin desplegarse oficialmente.
El futuro del FSD: ¿utopía o inminente realidad?
Los autos que salen hoy de las líneas de producción ya incorporan el hardware 4, una versión más potente y preparada para procesar los algoritmos de conducción autónoma de nueva generación. Aun así, el software definitivo continúa ausente.
Los clientes que invirtieron miles de dólares en la promesa de la autonomía total esperan, con paciencia forzada, que el lanzamiento llegue antes de que la tecnología quede obsoleta. Mientras tanto, Musk mantiene su discurso optimista: asegura que la conducción autónoma plena está “más cerca que nunca”.
Pero después de casi una década de anuncios, incluso los más fieles seguidores de Tesla se preguntan si esta vez será distinto. El futuro de la movilidad inteligente ,y la reputación del propio Musk, podría depender de que esa promesa finalmente se cumpla.
[Fuente: Presse-citron]
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