Los beneficios del descanso no solo son evidentes a nivel mental, sino también a nivel físico. Cuando se logra reducir el estrés y dar al cuerpo el tiempo que necesita para recuperarse, se activa el sistema nervioso parasimpático, encargado de funciones vitales para la regeneración. En ese estado, se favorecen procesos fundamentales como la neurogénesis (creación de nuevas neuronas), la sinaptogénesis (formación de conexiones neuronales) y la autofagia (eliminación de componentes celulares dañados), explica Caudet.
En el plano emocional, el descanso profundo permite que el cuerpo libere neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, directamente relacionados con la motivación, el bienestar psicológico y la salud mental general. Al mismo tiempo, se refuerza el sistema inmune. Dormir bien y mantener a raya el estrés eleva la producción de linfocitos T y natural killers, células clave en la defensa contra virus, bacterias e incluso células tumorales.
Además, el sueño reparador, especialmente durante las fases REM, se asocia a una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas. «El descanso adecuado reduce el estrés oxidativo, disminuye la inflamación celular y favorece la longevidad tanto física como mental», señala Caudet.
Incluso estados que muchas veces se perciben como negativos, como el aburrimiento, pueden ser aliados del bienestar. En palabras del psicólogo, «nos cuesta tolerar el aburrimiento, cuando en realidad es un terreno fértil para la creatividad, la introspección y el equilibrio emocional». Durante estos momentos de desconexión, el cerebro activa una red neuronal que permite planificar, reorganizar pensamientos y procesar emociones.
Cuando llega el momento de tomar vacaciones, es importante no caer en la trampa de llenar los días con actividades sin fin. Según Caudet, la sobreplanificación puede convertir el descanso en una extensión del estrés laboral. Para lograr una pausa realmente regeneradora, recomienda cambiar de entorno, reducir estímulos y evitar agendas apretadas. «Preguntarse si lo que hacemos nos recarga o nos agota puede marcar la diferencia», afirma.
Finalmente, el descanso no debe reservarse solo para el verano o los festivos. Incluir pausas conscientes en la jornada laboral o académica mejora la eficiencia, la creatividad y el bienestar emocional. «No todo se trata de producir más; también se trata de sostenernos mejor en el tiempo», concluye Caudet.
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