El dilema de la sal: ¿demasiada o demasiado poca?
«¡Pásame la sal!» es una de las frases más escuchadas al momento de sentarse a la mesa de cualquier familia en el mundo. Y es que, para ser honestos, resulta difícil imaginarse una cocina respetable que no tenga como ‘básico’ a este tradicional condimento. Las sensaciones que evoca en nuestro paladar abren nuestro apetito y le dan color a cada uno de los platillos que degustamos día con día.
Son frecuentes las advertencias por consumo de cantidades excesivas de sodio presentes en las dietas de casi todos los pueblos del mundo, lo que ha llevado a algunos a optar por expulsarla de la mesa. Sin embargo, cada vez más se presentan argumentos que denuncian los efectos nocivos de un bajo o nulo consumo del elemento.
Uno de los principales problemas es, como menciona la nutricionista May Simpkim, que la gente simplemente piensa que el sodio y la sal son lo mismo, cuando no es así. La confusión aumenta porque los fabricantes suelen referirse a los contenidos de sodio en lugar de a la sal en las etiquetas de sus productos.
La sal de mesa se compone de iones de sodio y cloruro. En 2,5 gramos de sal hay aproximadamente uno de sodio; un dato relevante al momento de realizar cálculos de las cantidades de este condimento para una vida saludable.
El sodio es fundamental para mantener un equilibrio hídrico y transportar oxígeno y nutrientes a nuestro cuerpo. Sin embargo, la OMS advierte que cerca de 1,89 millones de muertes al año están asociadas con el consumo excesivo de este elemento. ¿Cómo conseguir el equilibrio perfecto?

Ausencia de sodio
El sodio es un nutriente esencial necesario para el mantenimiento del volumen de plasma, el balance de ácidos y bases en nuestro cuerpo, una buena función celular y buenos impulsos de nuestro sistema nervioso. Sin él, la salud humana estaría altamente comprometida y por ello no se recomienda la suspensión total de su ingesta.
De acuerdo con la OMS, no es necesario incluir la sal mesa en toda ocasión para activar los beneficios del sodio en nuestro cuerpo, pues este elemento ya está presente de manera natural en varios de los productos de nuestra dieta diaria: leche, carne, pan, mariscos y otros condimentos como salsa de soja y pescado cuentan con sus beneficios.
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