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jueves, enero 9, 2025

"Confundir sueño con realidad es algo que a los humanos nos viene ocurriendo desde que estamos sobre este planeta", explica Aníbal Bueno

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A lo largo de los siglos, la humanidad ha buscado comprender los fenómenos que la rodean, y en esa búsqueda nacieron las supersticiones. Estos sistemas de creencias, aparentemente irracionales desde una perspectiva moderna, no son más que herramientas evolutivas que nos ayudaron a sobrevivir en un mundo lleno de incertidumbres. Aunque hoy parezcan anacrónicas en una sociedad basada en la ciencia, las supersticiones siguen ejerciendo una poderosa influencia en nuestras vidas. Desde no pasar debajo de una escalera hasta confiar en amuletos de la suerte, estas prácticas están profundamente arraigadas en nuestra psicología.

Pero ¿por qué persisten? La respuesta no está sólo en la tradición cultural, sino también en la biología y la psicología humanas. Nuestros cerebros están diseñados para buscar patrones y conexiones, incluso cuando no existen. Este mecanismo, que fue crucial para detectar el peligro en nuestros antepasados, ahora se manifiesta en formas más sofisticadas, como la creencia en causas mágicas de los acontecimientos cotidianos. Cuando asociamos un evento con otro (como usar un artículo “de la suerte” antes de un logro importante) somos víctimas de pensamientos supersticiosos, que recuerdan nuestra historia evolutiva.

Las supersticiones también nos ofrecen consuelo. En un mundo donde el azar y la incertidumbre son inevitables, estas creencias nos dan la ilusión de control, aliviando la ansiedad. De esta forma, se convierten en una estrategia psicológica para afrontar el estrés. Desde la antigüedad, prácticas como el chamanismo ofrecieron respuestas espirituales a preguntas sin solución aparente, ayudando a las comunidades a gestionar el miedo a lo desconocido.

Sin embargo, No todas las supersticiones son inofensivas. En muchos casos, estas creencias han alimentado prejuicios y prácticas nocivas. La caza de brujas de la Edad Media, por ejemplo, es un recordatorio de cómo el pensamiento supersticioso puede justificar actos atroces. Incluso hoy en día, las pseudociencias, como astrología o terapias alternativas, pueden desviar a las personas de soluciones basadas en evidencia científica.

Esta fascinante red de creencias ha sido estudiada por Aníbal bueno en su libro Historia de la supersticiónpublicado por la editorial pinolia. A través de un análisis riguroso, el autor desvela los orígenes evolutivos de las supersticiones, su impacto cultural y cómo han evolucionado en la era moderna. Para comprender mejor este fenómeno, hemos hablado con él en una entrevista exclusiva, en la que explora las bases científicas y psicológicas de estas creencias que nos siguen acompañando.

Preguntar. En el primer capítulo, exploras cómo nuestra percepción y nuestra lógica pueden llevarnos a formar creencias erróneas. ¿Cuáles crees que son los errores de percepción más comunes que contribuyen a las supersticiones?

Respuesta. Sin duda todos hemos percibido cosas que no existen. El problema es que nuestros sentidos no son perfectos y en ocasiones nos engañan. Hay alucinaciones visuales (y auditivas) muy comunes. Y nuestro cerebro, cuya función es darle sentido a todo lo que sucede, crea una interpretación errónea que damos por buena, ya que es la única que tenemos. Además, estas realidades que creamos son aún más intensas cuando nos encontramos en momentos de estrés o necesitamos respuestas rápidas.

Si estamos solos, muertos de miedo, en un lugar lúgubre y poco iluminado, es fácil que interpretemos cualquier movimiento o luz fugaz como una presencia paranormal. De la misma manera, confundir los sueños con la realidad es algo que nos viene sucediendo al ser humano desde que estamos en este planeta: los sueños constan de varias fases que, al alterarse, pueden llevarnos a situaciones en las que experimentamos vívidamente que alguien se acerca a nosotros. mientras nuestro cuerpo permanece inmóvil. La famosa parálisis del sueño tiene una explicación biológica muy clara. Lo mismo ocurre con las sensaciones extracorporales o la luz al final del túnel que las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte dicen presenciar. Todo está provocado por errores perceptivos que nuestro cerebro interpreta de una forma concreta pero que, analizados desde la ciencia, tienen otra explicación.

Detalle de un reloj astronómico con signos del zodíaco en espiral dorada sobre un fondo azul estrellado, que representa la simbología clásica de la astrología y su conexión con los ciclos celestes.

P. Hablando de falacias lógicas, ¿cuál considera que es la falacia más frecuente que alimenta las supersticiones en la sociedad actual?

r. Existen muchas falacias que bloquean el razonamiento y nos llevan a conclusiones erróneas. Además, algo característico de las falacias es precisamente que parecen argumentos válidos, cuando no lo son. Por eso es tan difícil identificarlos y, sobre todo, reconocer que has caído en uno.

Es difícil señalar qué falacia contribuye más a la superstición, ya que el pensamiento mágico y los mitos suelen basarse en un conglomerado de ellos. Estos son algunos de los más extendidos:

P. En el capítulo sobre sesgos cognitivos, menciona el sesgo de conformidad grupal. ¿Cómo crees que la presión social afecta a la permanencia de determinadas supersticiones?

r. La presión social es un factor esencial a la hora de perpetuar la supersticiones. Ya lo demostró en los años 50 el psicólogo Solomon Asch, quien con una serie de experimentos llegó a la conclusión de que los humanos, para encajar socialmente, somos capaces de modificar nuestros criterios, pero no sólo mintiendo, sino incluso cambiando nuestros criterios. percepción. realidad de los hechos inconscientemente. Los expertos en marketing lo saben bien y de ahí la importancia de las reseñas a la hora de presentar un producto: estamos muy convencidos de lo que piensa la mayoría.

De hecho, sólo bajo la influencia de este fenómeno se explica la caza de brujas en Europa, una creencia surrealista, pero con la que prácticamente toda la población vivía y aceptaba con normalidad. O el hecho de que la religión está determinada por el lugar de nacimiento, ya que es lo que creen las personas que nos rodean lo que guía nuestras propias creencias.

P. Usted analiza la “disonancia cognitiva” como una razón para muchas creencias irracionales. ¿Podría darnos un ejemplo de cómo este mecanismo refuerza algunas supersticiones populares?

r. La disonancia cognitiva es ese malestar que experimentamos cuando albergamos creencias contradictorias. Cuando se instalan en nosotros dos corrientes de pensamiento opuestas entre sí. El hecho de que sea una sensación desagradable es porque genera incertidumbre y nos aleja de una situación de control sobre la que podemos hacer predicciones, algo fundamental para nuestra estrategia de supervivencia.

Pero no es la disonancia cognitiva en sí misma lo que empuja a la superstición. Son los mecanismos que utilizamos para alejarnos de esa sensación molesta. Se ha demostrado que cuando entramos en un conflicto disonante, en lugar de analizar cuál de las dos creencias tiene más evidencia a su favor, nuestra mente lo que realmente hace es abrazar con fuerza la creencia anterior, la que ya llevaba más tiempo arraigada allí. tiempo, y buscar compulsivamente cualquier detalle que nos permita preservarlo y así rechazar la nueva propuesta. Este mecanismo se llama “sesgo de confirmación”.

El sesgo de confirmación es un efecto que todos experimentamos y que hace que percibamos con mayor intensidad aquellos datos que confirman lo que ya pensamos y que apenas prestemos atención a los datos que refutan nuestras creencias. Si confiamos en los poderes de un sanador, nuestro cerebro dará gran importancia a los pacientes que mejoran tras ser tratados por él y no prestará atención a los que no (o buscará excusas para justificarlo, como “esto La persona no estaba preparada emocionalmente para ello”. De la misma manera, si somos seguidores de un vidente, cada uno de sus éxitos será un testimonio claro de sus poderes paranormales, mientras que sus errores pasarán completamente desapercibidos o serán justificado en cualquier forma que sea convencernos a nosotros mismos. Así es como nuestra mente evita la disonancia cognitiva, haciéndonos ver lo que queremos ver para no cambiar de opinión.

P. En el capítulo “Creer versus Saber”, tocas temas de pseudociencia y religión. ¿Cómo se equilibra el respeto por las creencias con la crítica desde el pensamiento racional?

r. Aquí creo que se confunden dos conceptos. Las creencias irracionales son una cosa y las personas que tienen estas creencias son otra. Las personas, sean cuales sean sus creencias, siempre deben ser respetadas. Y también debemos respetar profundamente el derecho de estas personas a creer lo que consideren apropiado. Sin embargo, no tiene sentido hablar de “respetar las creencias”. Una creencia debe ganar credibilidad mediante argumentación y razonamiento relevantes, y siempre debe estar sujeta a escrutinio o crítica. De lo contrario, nos veríamos obligados a aceptar cualquier disparate, lo que no parece muy razonable.


Fuente Informativa

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