Tecnologías

Así funciona el metro de Shenzhen que transporta paquetes en lugar de personas


Durante el día, el metro de Shenzhen se parece a cualquier otro: andenes llenos, altavoces que marcan el ritmo, pantallas encendidas y pasajeros con prisa. Pero cuando la multitud desaparece y la ciudad apaga el ruido, el subsuelo cobra otra vida. En lugar de viajeros, aparecen robots.

Pequeñas máquinas recorren los pasillos con precisión quirúrgica, arrastrando jaulas metálicas llenas de paquetes. No hay conductores ni operarios. Solo un sistema que convierte los túneles en arterias logísticas.

Lo que parecía ciencia ficción se ha convertido en una solución práctica para un viejo problema: la saturación del reparto urbano.

El metro como autopista logística

© Departamento de Transporte de Guangdong.

El proyecto nació de una necesidad concreta. Shenzhen, una de las urbes más densas de China y epicentro tecnológico del país, se ahoga entre el tráfico y la demanda creciente del comercio electrónico. Cada día, millones de entregas colapsan las calles y multiplican los costes. La idea era simple y audaz: aprovechar las horas valle del metro —cuando los trenes van semivacíos— para transportar mercancías.

Según la agencia Xinhua, una de las pruebas más avanzadas se desarrolla en la línea 11 del metro, donde la empresa SF Express carga paquetes en jaulas metálicas que viajan en la sexta carroza, un vagón reconvertido en espacio logístico. Las entregas cruzan la ciudad en menos de media hora, sin bloquear avenidas ni consumir combustible.

Cuando los viajeros se van, los robots se quedan

Robots viajando en metro: el experimento de Shenzhen que convierte el transporte público en red logística
© Departamento de Transporte de Guangdong.

El proceso empieza en los depósitos del distrito de Futian. Allí, pequeños vehículos autónomos —los llamados robovans— trasladan los paquetes desde los centros de clasificación hasta el andén. Son furgonetas compactas sin cabina, con tres metros cúbicos de espacio y capacidad para 500 kilos de carga.

Cada noche, los robovans llegan a su punto de enlace, cargan los vagones y regresan vacíos al depósito. Los trenes recorren el tramo más congestionado de la ciudad hasta el área de Bihaiwan, cerca del aeropuerto, donde los paquetes se redistribuyen para el último tramo del viaje.

En paralelo, la línea 2 ensaya algo aún más ambicioso: robots que suben al tren por sí solos y entregan productos en tiendas 7-Eleven dentro de las estaciones. Equipados con sensores LiDAR y sistemas de navegación autónoma, son capaces de moverse entre pasajeros sin supervisión directa.

Robots más baratos, chips más potentes

China tiene una ventaja decisiva: su ecosistema industrial. La competencia feroz entre fabricantes locales ha reducido el precio de sensores, baterías y chips de conducción autónoma. Hoy, producir un robovan cuesta 20 % – 30 % menos que fabricar un vehículo comercial tradicional. Y la diferencia se amplía al eliminar el salario del conductor y el gasto de combustible.

El metro se convierte así en una plataforma doble: transporte público de día, red logística de noche. Cada metro de túnel y cada minuto fuera de hora punta se transforman en valor económico.

Un experimento con límites (y muchas preguntas)

Robots viajando en metro: el experimento de Shenzhen que convierte el transporte público en red logística
© Departamento de Transporte de Guangdong.

Las pruebas, sin embargo, todavía son pequeñas. Los robots avanzan a baja velocidad por seguridad, dependen de supervisión humana durante la carga y descarga, y los trenes logísticos ocupan solo un vagón de cada formación.

Aun así, el modelo fascina a urbanistas y tecnólogos por igual. Shenzhen podría estar mostrando cómo reutilizar infraestructuras existentes para resolver la crisis de la última milla. Si funciona, otras megaciudades podrían copiar el esquema: París, Tokio o Nueva York llevan años buscando formas de aliviar la saturación de sus calles sin añadir más vehículos.

El metro que no duerme

Shenzhen ha demostrado que incluso un sistema tan cotidiano como el metro puede reinventarse. Lo que antes era una red cerrada al final del día, hoy se convierte en un circuito subterráneo de eficiencia.

Bajo la superficie, mientras la ciudad descansa, los robots trabajan en silencio. Transportan paquetes, optimizan rutas y ensayan el futuro. Un futuro donde los trenes no solo llevan personas, sino también ideas sobre cómo mover un mundo que ya no se detiene ni un segundo.

🌐Fuente🔗

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