La idea de una Tercera Guerra Mundial ha rondado el imaginario colectivo como una sombra intermitente. Cada crisis global, cada ensayo de misiles o escalada geopolítica reactiva la misma pregunta: ¿qué países podrían sobrevivir a un escenario de colapso total?
Esta vez, la respuesta proviene de una inteligencia artificial. En un ejercicio especulativo, ChatGPT analizó variables de geografía, recursos naturales, densidad poblacional y relevancia militar para determinar qué naciones latinoamericanas tendrían mayores probabilidades de resistir una guerra mundial. El veredicto sorprendió incluso a los propios investigadores: Chile y Uruguay serían los más preparados para mantenerse en pie.
La hipótesis de la IA: entre la razón y el miedo
La simulación no busca predecir el futuro, sino ilustrar cómo ciertos factores estructurales —y no militares— pueden definir la supervivencia. El modelo evaluó distancia respecto a los principales focos de conflicto, autosuficiencia energética y alimentaria, estabilidad institucional y baja exposición estratégica.
A partir de esos criterios, descartó países con grandes centros industriales, bases militares extranjeras o proximidad a rutas marítimas críticas. México, Brasil, Colombia o Perú aparecen como demasiado conectados al mapa geopolítico global, lo que los convertiría en potenciales blancos o zonas de riesgo.
En cambio, Chile y Uruguay emergen como islas continentales: territorios con baja densidad, gobiernos estables y un perfil internacional prudente, alejados de los epicentros de tensión.
Chile: el muro de los Andes y el refugio del Pacífico Sur
Según el análisis, Chile combina tres ventajas difíciles de replicar. Primero, la cordillera de los Andes actúa como una barrera natural frente a cualquier incursión terrestre. Segundo, su larga franja costera sobre el Pacífico Sur lo mantiene distante de las rutas militares más activas del hemisferio norte. Y tercero, su matriz energética —basada en una creciente proporción de energía solar, eólica e hidroeléctrica— le otorga autonomía frente al colapso de cadenas globales.
La inteligencia artificial también destacó la baja densidad poblacional del sur patagónico, una zona donde los recursos hídricos son abundantes y el aislamiento podría jugar a favor. En un escenario extremo, esas regiones funcionarían como corredores de abastecimiento y refugio.
Uruguay: estabilidad, agua dulce y discreción diplomática
El caso de Uruguay es distinto, pero igual de sólido. Su territorio pequeño, su institucionalidad robusta y su abundancia de agua dulce lo posicionan como un enclave seguro en el Cono Sur. Además, el país mantiene un perfil neutral y pragmático en política exterior, evitando conflictos y alianzas que lo expongan como objetivo militar.
Su matriz energética renovable, basada en fuentes eólicas e hidroeléctricas, reduce la dependencia de combustibles fósiles y refuerza su resiliencia en caso de crisis global. La IA también pondera la cohesión social y la baja desigualdad como factores que favorecerían la continuidad institucional frente a un colapso internacional.
Los países descartados: cercanía, industria y riesgo

La simulación descarta a México, Brasil, Colombia, Perú y Argentina, aunque por razones diferentes. México comparte frontera con Estados Unidos, lo que lo situaría dentro del epicentro estratégico de un eventual conflicto. Brasil, por su tamaño y peso industrial, sería vulnerable a ataques a infraestructura crítica. Colombia y Perú, cercanos a rutas marítimas del Pacífico y con mayor inestabilidad interna, quedarían expuestos a choques secundarios.
Argentina, pese a su vasto territorio y abundantes recursos, no superaría el análisis de riesgo. La IA considera que sus activos energéticos y portuarios del Atlántico podrían convertirla en un punto de interés militar, especialmente por su rol en la exportación de alimentos y gas.
Las variables que definieron la selección

El modelo de inteligencia artificial ponderó cinco criterios principales:
- Distancia y baja relevancia militar, lo que reduce la probabilidad de ser un objetivo.
- Recursos naturales, con foco en disponibilidad de agua y alimentos.
- Matriz energética sostenible, menos dependiente de importaciones.
- Estabilidad institucional y social, clave para mantener el orden civil.
- Barreras geográficas naturales, como la cordillera o la baja densidad demográfica.
El resultado —Chile y Uruguay— no significa invulnerabilidad, sino mayor capacidad de continuidad en medio del caos global.
Entre la especulación y la advertencia
La IA no “predice” el futuro; interpreta datos. Su simulación sirve como un espejo de las debilidades estructurales de la región y de la creciente dependencia tecnológica de los países más industrializados. Paradójicamente, la desconexión relativa de Chile y Uruguay del comercio y la defensa global es lo que, en un escenario extremo, podría salvarlos.
Un mensaje desde el futuro que no queremos ver
El ejercicio no busca alarmar, sino subrayar una tendencia: en un mundo hiperconectado, la seguridad podría volver a depender de la distancia y la autosuficiencia. La IA plantea una paradoja inquietante: los países más pequeños, estables y discretos podrían ser los últimos en pie cuando la tecnología y la guerra alcancen su punto de fusión.
Quizás el verdadero aprendizaje no esté en saber quién sobreviviría, sino en preguntarnos por qué todavía imaginamos un mundo donde esa pregunta tiene sentido.
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