Tecnologías

El robot esférico que la NASA dejó pasar y ahora renace en Texas


En 2003, la NASA archivó un proyecto que parecía sacado de la ciencia ficción: un robot capaz de moverse como una pelota y nunca volcar. Dos décadas después, un par de estudiantes en Texas lo han recuperado bajo la tutela de Robert Ambrose, uno de los ingenieros más creativos de la agencia espacial. Así nació RoboBall, una esfera que podría marcar el futuro de la exploración… y también del rescate en nuestro planeta.

Una idea olvidada en un cajón

© Universidad Texas A&M.

El concepto era tan sencillo como brillante: una esfera perfecta que pudiera rodar sin importar el terreno. Robert Ambrose lo diseñó mientras desarrollaba otros proyectos icónicos como Robonaut 2 o el guante Robo-Glove, pero RoboBall nunca llegó a salir de los laboratorios de la NASA.

Veinte años más tarde, Ambrose retomó la idea con sus alumnos Rishi Jangale y Derek Pravecek en la Universidad de Texas A&M. Ellos lograron lo que entonces parecía imposible: construir un robot esférico real que se desplaza como si la gravedad jugara siempre a su favor.

El secreto de su movimiento

La NASA lo archivó en 2003. Dos estudiantes lo han rescatado y hoy rueda como un robot incapaz de volcar
© Universidad Texas A&M.

A primera vista, RoboBall parece un juguete hinchable. Su carcasa está fabricada con materiales similares a los de un airbag, lo que le da resistencia y flexibilidad. Pero la clave está en el interior: un péndulo conectado a motores que, al oscilar, genera el impulso necesario para rodar en cualquier dirección.

La esfera puede inflarse o desinflarse para adaptarse a distintos terrenos. En pruebas, ha superado hierba, arena, grava e incluso agua, alcanzando velocidades de hasta 32 km/h. Y a diferencia de cualquier rover o dron, volcar nunca es un problema: no hay un “lado correcto” en RoboBall.

Dos versiones y un mismo desafío

El equipo ya cuenta con dos prototipos. RoboBall II, de 61 centímetros, sirve para ajustar algoritmos y probar subsistemas. RoboBall III, con 183 centímetros de diámetro, apunta a usos más ambiciosos: transportar sensores, cámaras y herramientas.

Pero trabajar con una máquina esférica de ese tamaño no es fácil. “Si un motor falla, no puedes abrir un panel. Hay que desmontarlo todo. Es como una cirugía a corazón abierto en una bola rodante”, explica Pravecek.

https://www.youtube.com/watch?v=iiMYEe-CIrY

De los cráteres lunares a los desastres naturales

El plan inicial sigue vigente: llevar a RoboBall a la Luna para explorar pendientes imposibles en los cráteres, donde ningún rover con ruedas podría moverse con seguridad. “Nada rodaría mejor que una pelota”, resume Ambrose.

Pero la ambición va más allá del espacio. Jangale imagina un enjambre de estas esferas desplegadas tras un huracán, capaces de mapear zonas inundadas, localizar supervivientes y enviar datos sin arriesgar vidas humanas.

RoboBall, aquel invento olvidado por la NASA, ahora rueda hacia un futuro donde lo imposible parece, de repente, muy cercano.

🌐Fuente🔗

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