Tecnologías

La Fuerza Espacial de EE UU pone a prueba la navegación cuántica


En un rincón del programa espacial militar estadounidense, una nave casi siempre envuelta en secreto se prepara para emprender su octavo viaje. Se trata del X-37B, el vehículo orbital que en esta ocasión no solo probará comunicaciones láser avanzadas, sino que llevará al espacio una de las apuestas tecnológicas más arriesgadas: la navegación cuántica.

El despegue de un laboratorio en órbita

© Fuerza Espacial de Estados Unidos.

El próximo 21 de agosto, un cohete Falcon 9 de SpaceX elevará desde el Centro Espacial Kennedy a este vehículo orbital de prueba (OTV). Su misión, bautizada OTV-8, apunta a convertirse en un hito: ensayar un sistema de comunicación de ancho de banda ampliado basado en láseres y, al mismo tiempo, validar un sensor inercial cuántico capaz de guiar naves sin recurrir al GPS. Para la Fuerza Espacial de EE UU, la apuesta es clara: asegurar la autonomía tecnológica en escenarios donde las señales satelitales puedan ser bloqueadas o interferidas.

Navegar con átomos en el vacío

El sensor inercial cuántico que transporta el X-37B es el primero de su tipo probado en el espacio. Basado en la interferometría atómica, utiliza átomos enfriados a temperaturas cercanas al cero absoluto para medir con una precisión sin precedentes los cambios de aceleración y rotación. Según explicó el profesor Samuel Lellouch, de la Universidad de Birmingham, este método promete sustituir, al menos en ciertas condiciones, al sistema GPS al ofrecer datos exactos incluso en regiones donde no hay cobertura.

El coronel Ramsey Horn, comandante de la unidad Space Delta 9, lo definió como una herramienta decisiva para operar en la órbita terrestre o en el espacio cislunar, donde depender de satélites tradicionales sería una limitación estratégica.

Más allá del GPS: comunicaciones y maniobras secretas

La misión oculta del X-37B: la Fuerza Espacial de EE UU pone a prueba la navegación cuántica
© Fuerza Espacial de Estados Unidos.

Además del salto hacia la navegación cuántica, el OTV-8 probará redes de comunicación por láser entre satélites. Esta tecnología no solo multiplica la velocidad y volumen de datos, sino que ofrece un blindaje natural contra la interceptación de señales, un factor clave en la seguridad militar.

El historial de la nave también respalda su papel como banco de pruebas. En su misión anterior, permaneció 434 días en órbita, probando maniobras de aerofrenado y pilotaje de precisión. Ahora, con solo cuatro meses en tierra, está lista para volver a los cielos, en lo que se perfila como una de las misiones más ambiciosas del programa.

Un laboratorio del futuro

William Blauser, director interino de la Agencia de Desarrollo Espacial de la USSF, definió esta etapa como un salto hacia lo posible: el X-37B, dijo, se ha consolidado como la plataforma de referencia para ensayar las tecnologías espaciales críticas del mañana.

Con su combinación de láseres, sensores cuánticos y maniobras de larga duración, la misión OTV-8 no solo prolonga el misterio que siempre ha rodeado a esta nave, sino que confirma que la frontera espacial sigue siendo el terreno donde la ciencia, la estrategia y el secreto se entrelazan para anticipar el futuro.

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